Ha sido el culebrón futbolístico del verano. Después de
varios meses de tira y afloja, Florentino Pérez ha vuelto a salirse con la
suya: Gareth Bale vestirá la camiseta del Real Madrid durante las próximas 6
temporadas. No ha sido un negocio barato, precisamente. El equipo blanco ha
pagado al Tottenham Hotspur alrededor de 100 millones de euros, el mayor
traspaso de la historia del fútbol. El mocetón galés tampoco ha ido mal
servido: su sueldo semanal alcanzará la astronómica cifra de 350.000 euros, el
doble de lo que gana el primer ministro de su país, David Cameron, en todo un
año; la misma cantidad que un acomodado espectador del Santiago Bernabeu
logrará ingresar en una década. Si antes no se queda sin trabajo, claro.
Estamos en España, que nadie lo olvide; el país con la tasa de desempleo más
alta de Europa. Ante cifras tan mareantes y en la situación de crisis económica
que vivimos, no es de extrañar que se hayan levantado voces que tachan de inmoral
el traspaso. ¿Quién establece qué cantidad es moralmente aceptable en una
transacción económica? ¿El Papa Francisco? Mientras se trate de empresas
privadas que paguen sus impuestos y cumplan las leyes, hay poco que objetar.
Cuestión diferente es entablar un debate sobre si el fútbol es un espectáculo
que acapara un espacio social excesivo a costa de otras manifestaciones
culturales. A ese debate me apunto. Me gusta el fútbol e incluso lo practico,
pero creo que los medios de comunicación le dedican una atención excesiva, que
llega a ser anestesiante. ¿O debería decir “dedicamos” ? Sospecho que a Gareth
Bale estas inquietudes se la traen al pairo. Bastante tiene con marcar goles
sin que se le mueva el flequillo. A Florentino Pérez tampoco le quitarán el sueño.
Está demasiado ocupado vendiendo camisetas.
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Aborrezco el abyecto pelotón, pero es que además la mafia pelotonera no paga los impuestos que debe, ni los costos por seguridad social. Aplicación de la Ley Concursal con derivación de responsabilidad criminales en su caso a la chusma directiva, ya, con incautación de sus bienes mediatos e inmediatos con ejecución. YA.
ResponderEliminarTienes razón, Hans. El fútbol está podrido y arrastra las consecuencias de años de gasto irresponsable y del todo vale. Los clubes se llegaron a creer que eran bancos y que estaban por encima del bien y del mal. Por suerte o por desgracia, el fútbol es un entretenimiento - véase narcótico - del que la sociedad no puede prescindir. En todo caso, tampoco se puede generalizar; hay clubes ruinosos que han pagado sus errores con la desaparición, otros que se sostienen por razones extra-futbolísticas, es verdad, pero también hay empresas rentables. Las menos, lo admito. Pero como decía, panem et circenses...
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