En la prehistoria
digital, a un político era mucho más difícil encontrarle un muerto en el
armario, unas declaraciones escandalosas o una foto en situación comprometida.
Para conseguir algo así, era necesario contratar a un detective que rebuscara
en recónditos archivos y comprara los silencios de ex-amigos o colaboradores
despechados. Al final, si el cargo público en cuestión era de derechas, se
acababa encontrando un artículo suyo en alguna revista juvenil universitaria en
el que decía que Francisco Franco "había sido un hombre insustituible, con
muchas más luces que sombras", o algo parecido. Si era de izquierdas,
aparecía invariablemente una foto suya junto al rumano Ceaucescu, en algunas
jornadas de intercambio cultural de las juventudes marxistas europeas... Pero
los tiempos han cambiado. Que se lo pregunten a los miembros de la candidatura
de Ahora Madrid al Ayuntamiento de la capital. Primero fue el concejal de
Cultura, Guillermo Zapata, con los tristemente famosos chistes sobre el
Holocausto y las víctimas del terrorismo que le han costado el puesto antes de
llegar a ocuparlo. Pero no está solo. Su compañera, Rita Maestre, se enfrenta a
un delito contra las libertades fundamentales, presuntamente cometido en el
curso de una protesta contra la capilla católica de la Universidad Complutense.
Y podríamos seguir, porque en el futuro seguirán apareciendo más tuits, vídeos,
fotos y declaraciones fuera de tono de cargos públicos electos o aspirantes. ¿No
sería más inteligente morderse la lengua o renunciar a ser el tipo más original
de la pandilla? Sin duda. El problema de la muchachada revolucionaria de
Podemos es que ellos han sido los primeros en la era de Twitter. Muchos habrán
aprendido la lección. Las tonterías, sobre todo si decimos o hacemos muchas, mejor
dejarlas para la intimidad.
martes, 23 de junio de 2015
TÁPENSE (12/06/2015)
No lo ha dicho un
obispo, ni un censor. Lo dice Carolina Herrera. La diseñadora venezolana, que
da nombre a una de las empresas de moda más prestigiosas del mundo, ha puesto
el grito en el cielo al comprobar cómo las celebrities se han lanzado a una
peculiar competición por lucir el vestido más transparente. “¿Cómo puedes ser
un icono de la moda si no llevas ropa?”, se pregunta la elegante septuagenaria en
una reciente entrevista para el Washington Post. No sé si Beyoncé, la
incombustible Jennifer López o Kim Kardashian se habrán dado por aludidas, pero
es seguro que el dardo no habrá pasado desapercibido en los cuarteles
generales de las firmas de moda que han sucumbido a la obsesión por la
transparencia, como la denomina la señora Herrera, algunas tan importantes como
Versace, Roberto Cavalli o Givenchy. ¿Guerra comercial o discrepancias sobre el
concepto de belleza? De todo un poco. En un mundo tan competitivo como la alta
costura, sería ingenuo pensar que las declaraciones de alguien tan influyente
no tienen repercusión sobre las cifras de negocio o las estrategias
empresariales. Pero estoy seguro de que la veterana diseñadora, además, está
convencida de lo que dice. Y yo le doy la razón. Que todo el mundo te mire –
porque eso es algo que las dichosas transparencias consiguen, indiscutiblemente
– no significa que tu vestido, o tu no-vestido en este caso, guste o sea
bonito. Personalmente, creo que esas gasas transparentes, por mucha pedrería
que les acompañe, son vulgares. Y en cuanto a su presunta sensualidad, a este
humilde escribano le sugieren el mismo erotismo que una activista de Femen con
los pechos al aire pintados con Rotring negro, junto al Kremlin en un día de
lluvia. Es decir, poco. Pero, en fin, tápense o descúbranse, que este mundo es
libre. Los demás miraremos.
HIMNOS (05/06/2015)
Ser Rey de España
es un oficio de emociones fuertes. Un día presides la final del torneo de
fútbol que lleva tu nombre y recibes una monumental pitada, y al siguiente estás
en los Campos Elíseos, pero esta vez agasajado por las más distinguidas
autoridades de la república más vieja de Europa. ¿Burla a los símbolos
nacionales o ejercicio de la libertad de expresión? Parece difícil negar que la
intención de los que pitaron en el Nou Camp iba más allá de la reivindicación
política. Había un componente festivo – tocar el pito junto a 50.000 personas
debe ser más excitante que subirte al Dragón Khan – pero, sobre todo, un ánimo
ofensivo, injuriador; la libertad de expresión nunca puede amparar una conducta
así. La segunda parte del asunto es la verdaderamente complicada. ¿Cómo
deberían reaccionar las autoridades? Aquí las opiniones van por barrios. Cuanto
más a la derecha, más favorable a la sanción, y cuanto más a la izquierda, más
contemporizadora. Finalmente no la habrá, y la absolución, aunque de mala gana,
no deja de tener su lógica. ¿Cómo se puede castigar a alguien por ser
irrespetuoso con su propio himno nacional? Porque hay algo bastante obvio que
se ha pasado por alto: hasta el más recalcitrante de los independentistas tiene
a la marcha real como el himno de su país, de la misma forma que es
jurídicamente español y necesita de un DNI para viajar al extranjero. Sancionar
por una infracción cometida contra uno mismo siempre es peliagudo, y a menudo
poco práctico. Como acusar de un delito de lesiones a quien se autolesiona, o
de injurias a quien se insulta delante del espejo. Además, la solución al
problema del separatismo vasco y catalán no vendrá de las sanciones. Tampoco de
la inacción o el conservadurismo. Parece que algunos se limitan a rezar para
que la final de la Copa del Rey siempre la jueguen otros.
LUIS, SÉ FUERTE, AGUANTA (29/05/2015)
Para encontrar
explicaciones a las derrotas electorales, los comités ejecutivos de los
partidos escenifican reuniones con rostros muy serios, en las que el gran líder
se dirige a sus barones recurriendo al manido catálogo de excusas del mal
perdedor: no hemos sabido transmitir el mensaje, debemos estar más cerca del
ciudadano y bla, bla, bla. Esta vez no ha colado. A Mariano Rajoy se le ha
revuelto el gallinero y en el Partido Popular empiezan a oírse voces que
reclaman un cambio. Nadie ha pedido todavía la cabeza del presidente, pero
algún barón regional se ha atrevido a sugerirle que “se mire en el espejo antes
de ser candidato otra vez”. No es tan difícil. No hace falta ser un reputado politólogo
para saber la causa principal de la sangría de votos que lleva afectando al
partido de la gaviota desde las elecciones europeas: el caso Bárcenas. ¿Se
imaginan que hubiera ocurrido en el Reino Unido si David Cameron hubiese
enviado al tesorero del partido Conservador, imputado por corrupción, un SMS
con el texto “Luis, sé fuerte, aguanta”? Cámbiese a Inglaterra por Francia,
Alemania, Holanda o Noruega, y la respuesta será la misma: el primer ministro
habría dimitido ipso facto. Mariano Rajoy no lo hizo, y de esa forma dañó
irremediablemente el prestigio de su administración. El resto de la ejecutiva
de su partido y de los miembros del gobierno se desprestigiaron solos, también
por omisión: precisamente, por no pedir la dimisión de su líder. No, no es tan
difícil. Porque puede que España no sea la democracia con más solera de Europa,
pero tampoco los españoles somos unos completos analfabetos políticos. Rajoy
cavó su tumba política el día que tecleó esas fatídicas palabras, y en el mismo
momento en que lo asuma, comenzará el saneamiento de su partido. Si se tiene
por hombre sensato, debería hacerlo cuanto antes.
NUEVAS ELECCIONES, VIEJAS CAMPAÑAS (22/05/2015)
La revolución
tecnológica de los teléfonos inteligentes y las tabletas, la extraordinaria
expansión de las redes sociales y la posibilidad de disponer de conexión a
internet – perdonen la escatología – hasta cuando estamos sentados en el váter,
son todos fenómenos bastante recientes. Fenómenos que desde luego no existían, o
al menos no en la misma medida, cuando elegimos por última vez a nuestros
representantes municipales y autonómicos. ¿Qué papel han jugado estos
revolucionarios medios de comunicación en la campaña electoral que ahora
termina? Uno muy secundario, me temo. Todo ha sido un aburridísimo déjà-vu. Plúmbeos
debates televisivos a la vieja usanza. Escuálidos mítines donde la preocupación
máxima de los organizadores era que no se vieran las temibles sillas vacías.
Spots televisivos sin fuerza. Propaganda en los buzones que en muchos casos se ha
limitado a la papeleta electoral y poco más. Una falta de respeto, en mi
opinión: si quieren que conozcamos los nombres de su lista de candidatos, deberían
limitarse a ponerla en un folio y dejar la sacrosanta papeleta para el día de
las elecciones. ¿Qué ha sido de Twitter, Facebook, Youtube? Imagino que los
partidos los habrán utilizado profusamente, pero el impacto sobre los votantes
ha sido limitadísimo. Juro por lo más sagrado que mi sobrina, que cuelga
versiones de canciones grabadas con su móvil en internet, tiene más visitas en
Youtube que algunos de los grandes partidos. La conclusión es sencilla: lo
importante es el mensaje, y no tanto el medio con el que se transmite. Si no se
tienen cosas que decir o no se sabe cómo decirlas, ni la tecnología más moderna
podrá llenar ese vacío. Nuevas elecciones, viejas campañas. Por favor, no se
olviden de tirar de la cadena.
ANIVERSARIOS (15/05/2015)
Se conmemora
estos días el 70 aniversario de la rendición incondicional de Alemania, que
puso fin a la II Guerra Mundial en el continente europeo. Aunque España tuvo
una participación marginal en el conflicto, nuestro ministro de Asuntos
Exteriores acudió al campo de Mauthausen (Austria) para recordar a los 5.000
españoles que allí murieron, víctimas de un refinado sistema de trabajo forzoso
y exterminio al servicio del régimen nazi. El asunto de los aniversarios es
inacabable. Después de los 70 años se recordarán los 75, que es cifra más
redonda, y por supuesto los 80, 90, hasta llegar al siglo. Al pueblo alemán le
quedan muchos recordatorios por delante para tener que asumir su papel de
protagonista y agente causante de la mayor carnicería de la historia de la
humanidad. ¿Cómo han logrado superar semejante trauma, si es que lo han hecho
del todo? Con mucho empeño y dedicación, que es como hacen las cosas los
alemanes. Aunque imagino que la procesión irá por dentro y que algunas heridas
de aquella infame etapa de su historia no han cicatrizado del todo, hay que
reconocer la valentía de Alemania para enfrentarse a su pasado. Estoy seguro de
que una sociedad menos fuerte habría sucumbido; habría cambiado el nombre del
país, los colores de la bandera y hasta el idioma; sus regiones habrían
reclamado la independencia para escurrir el bulto y renegar del estado opresor.
Lejos de eso, Alemania vuelve a ser la locomotora del continente y líder de un
proyecto comunitario que defiende a capa y espada. Incluso el himno europeo lo
compuso un alemán. Se llamaba Ludwig van Beethoven. El Himno a la alegría,
inspirado en un poema de Schiller, otro alemán, dice: “Abrazaos, millones de
seres. Este beso es para el mundo entero. Hermanos, por encima de la bóveda de
estrellas tiene que haber un padre amante”.
BRITÁNICOS (08/05/2015)
Se empeñan en
conducir por la izquierda, en permitir que la reina sea la persona más rica del
país, en mantener su propia moneda, su propia medida en los recipientes de
cerveza y un excéntrico horario de cierre en los pubs. Podríamos seguir enumerando
peculiaridades británicas y ventilarnos el artículo en un plis-plas. Pero
tampoco es plan. La cuestión es que los súbditos del Reino Unido de la Gran
Bretaña estaban convocados ayer a las urnas - una más: ¿a quién se le ocurre
celebrar unas elecciones generales un jueves? - para elegir a sus
representantes en la Cámara de los Comunes. A pesar de que el sistema electoral
británico está diseñado para obtener un resultado nítido y favorecer el
bipartidismo – suma y sigue: para este extraño pueblo, el bipartidismo no es
malo sino eminentemente práctico – esta vez las encuestas auguran un parlamento
fraccionado que obligará a los políticos a negociar. A laboristas y
conservadores, con el tradicional apéndice simpático de los liberal-demócratas,
se les han unido esta vez los nacionalistas escoceses y una nueva formación, el
Partido de la Independencia del Reino Unido. Si esto se da en un país de rancia
tradición bipartidista como Gran Bretaña, no es de extrañar lo que está pasando
en España: con tanto Ganemos, Podemos, Seamos y demás conjugaciones verbales de
la primera persona del plural, pronto tendremos una papeleta electoral más
larga que un rollo de Scotex. ¿Qué está ocurriendo en Europa, donde florecen
últimamente más partidos que amapolas? Simplemente, que la clase política profesional
está desprestigiada y que cada vez menos votantes la creen capaz de resolver
los grandes problemas de nuestro tiempo: inmigración, corrupción, separatismo,
entre otros. ¿Cree usted que puede contribuir a mejorar el mundo? Pues funde un
partido. Quién sabe, a lo mejor le voto.
UN PUNTO AZUL PÁLIDO (01/05/2015)
¿Recuerdan,
estimados lectores, qué estaban haciendo el 14 de febrero de 1990? Personalmente no tengo la menor idea, pero sepan
ustedes – aquellos que ya habían nacido, claro - que aquel día alguien nos
estaba retratando desde la distancia, y que esa foto legendaria fue bautizada
con el poético nombre de “Un punto azul pálido”. La imagen fue tomada por la
sonda espacial Voyager 1 a 6.000 millones de kilómetros de distancia, y en ella
aparece el planeta Tierra como un minúsculo punto azulado en la vastedad del
espacio, atravesado por un rayo de luz en medio del polvo cósmico.
Sobrecogedor. La idea de realizar la histórica foto partió de Carl Sagan en
1980; el famoso astrónomo y divulgador reconocía que la fotografía quizá no
tendría demasiado valor científico, pero que podría ayudar a la humanidad a
entender mejor su lugar en el universo. Una década después y vencida la
resistencia de los administradores de la NASA, alguien pulsó un botón desde la Tierra
y la foto fue disparada. Hoy me pregunto cómo es posible haber escrito desde
esta tribuna cientos de artículos en la última década, y no haber citado jamás
“Un punto azul pálido”. Porque toda la actualidad política, económica,
científica y ecológica, todas las tragedias naturales grandes y pequeñas pueden
interpretarse a la luz de esa fotografía. La visión de la Tierra como una mota
de polvo en el espacio nos recuerda que todos somos compañeros de viaje, y que
esa condición es la que realmente importa, muy por delante de las diferencias
religiosas o culturales. Si llegáramos a asumirla en toda su misteriosa
profundidad, nos comportaríamos de forma más generosa y humilde con nuestros
semejantes. Su contemplación debería ser obligatoria en todas escuelas del
mundo. Si no la conocen, no se la pierdan. Tecleen en el buscador de internet:
un punto azul pálido. Y viajen.
TODOS TENEMOS PROBLEMAS (24/04/2015)
Mi amigo Carlos Pauner,
el alpinista más grande que ha dado esta tierra y una de las personas más
lúcidas que conozco, puede llegar a ser tan directo como un derechazo a la
mandíbula: cuando algún conocido se le acerca a contarle sus penas y a lamentarse
de lo mal que le trata la vida, le escucha durante un rato; sin embargo, si la
cosa se alarga, acaba por interrumpirle: “¡Bueno, ya está bien! ¡Que todos
tenemos problemas!” La suya es la deformación profesional propia de los que han
salvado el pellejo muchas veces en situaciones límite, y valiéndose solo de sus
propios recursos. Para Pauner, es obvio que lamentarse en medio de una ventisca
a veinticinco grados bajo cero es la mejor manera de acabar convertido en
estatua de hielo y decorar macabramente la ruta de ascenso a alguna de las
cumbres más altas del planeta. Afortunadamente, la mayoría de los mortales no
nos movemos por esas tierras inhóspitas, pero creo que la moraleja sigue siendo
de utilidad aquí abajo. Nos quejamos demasiado. Somos una sociedad de llorones,
y la queja permanente nos lleva a la parálisis. Alguien dirá que no nos faltan
motivos pero… ¿hay alguien en el mundo que no los tenga? La especie humana ha
evolucionado hacia unos seres tan delicados, que hemos ido estrechando la
franja de la felicidad hasta convertirla en una línea casi invisible. Cuando no
tenemos frío, tenemos calor. O no tenemos qué comer, o comemos demasiado. Si no
cumplimos nuestros sueños, nos frustramos. Y si los cumplimos decimos, ¿ahora
qué? Basta de quejas. Si tu país, tus políticos, tu cuenta corriente, tu jefe,
tus compañeros de trabajo, tu marido, tus pies, tu vecino (el que pone la
televisión a todo volumen), el perro de tu vecino… no te gustan, por favor, no
hace falta que me lo cuentes. Que todos tenemos problemas.
MUERTOS (17/04/2015)
Dicen que
la muerte nos iguala a todos. Pero hay algunos más muertos que otros. Hace
algunas semanas, la noticia de la matanza de la Universidad de Garissa, en Kenia,
donde 148 estudiantes murieron tiroteados por extremistas islámicos, mereció
una cobertura mediática bastante discreta y algunos pusieron el grito en el
cielo. Si el atentado contra la revista Charly Hebdo, en el que murieron 12
personas en circunstancias muy parecidas, provocó una conmoción enorme en todo
el continente, no se entendía la relativa indiferencia hacia una salvajada
bastante mayor. Como los occidentales somos escrupulosos de conciencia y nos
gusta pensar que nuestra moralidad está por encima de la media, algunos se
lanzaron a buscar excusas para justificar esta alarmante falta de empatía. Se
habló de lejanía geográfica y de falta de calidad de la información que llegaba
desde Kenia. Argumentos insuficientes, en mi opinión. La realidad es más
descarnada y menos complaciente. Los muertos en Kenia, o en Nigeria, nos
importan menos porque no son de los nuestros. Porque nuestros hijos no van de
Erasmus a la Universidad de Garissa, y porque en Semana Santa preferimos ir a
París antes que a Lagos. En realidad, los terroristas están bastante más
globalizados que nosotros, que nos gusta vivir como si el tercer mundo no
existiera. ¿Lejanía geográfica? La última tragedia en el Mediterráneo, con 400
inmigrantes muertos cerca de las costas italianas, no se ha producido demasiado
lejos del naufragio del Costa Concordia, pero la muerte de 32 de sus pasajeros
nos impresionó mucho más. Porque los europeos solo navegamos por placer, y lo
hacemos en crucero. ¿Somos malvados e insensibles por ello? Somos simplemente
humanos. Con un extraordinario margen de mejora. Podríamos empezar por ser algo
menos hipócritas
COSMOLOGÍA POLÍTICA (10/04/2015)
Una de las
consecuencias más estimulantes de la crisis general que sufrimos, es que nos ha
dado la posibilidad de presenciar acontecimientos tan poco habituales como el
nacimiento, la decadencia y hasta la muerte de un partido político. Hoy nos
sentimos como esos cosmólogos que logran fotografiar el nacimiento de una
estrella, el colapso de otra o cómo un agujero negro se traga a una galaxia sin
dejar rastro. Para asistir al espectáculo no hace falta tener un telescopio. El
drama se desarrolla bastante más cerca, y con el horizonte cercano de un Big
Bang – léase elecciones municipales y autonómicas – que podría dejar el
firmamento irreconocible. UPyD se muere. El proyecto político de la incombustible
Rosa Díez se desvanece, barrido por una crisis que quizás no contribuyó a crear,
pero que ha digerido muy mal. El fracaso de las negociaciones con Ciudadanos,
el partido de la estrella en ciernes Albert Rivera, fue el preámbulo de la
descomposición, con acusaciones de sectarismo hacia la líder y su cúpula
directiva que se abrazan obstinadamente al timón de un barco que se hunde sin
remisión. “Albert estará disfrutando”, dice Rosa con amargura. No creo que
demasiado. Si algo ha demostrado la experiencia de UPyD es que fundar un
partido es relativamente sencillo, pero conseguir que arraigue lo suficiente
para poder resistir los vendavales de la política es mucho más complejo. UPyD
no sobrevivirá sin Rosa Díez, de igual forma que la desaparición de Albert Rivera
o de Pablo Iglesias sería la sentencia final para sus incipientes e ilusionadas
formaciones. “El Partido Popular no somos un grupo de amigos”, dijo el
presidente Rajoy. Ciertamente no lo son, sobre todo últimamente. Pero, como el
PSOE, son estrellas viejas que no se apagarán tan fácilmente. El rancio bipartidismo
se resiste a desaparecer de la galaxia.
CABRONES (03/04/2015)
La suerte de la
cabra montesa en la cordillera pirenaica ha sufrido cambios drásticos. Durante
milenios su existencia fue bastante apacible, paseando su imponente cornamenta
por lo alto de los riscos, lejos del alcance del depredador más metódico,
ingenioso y en ocasiones despreciable que ha dado la naturaleza. Los pocos
especímenes humanos que se aventuraban por sus resbaladizos y vertiginosos
dominios debían dedicar tanta atención a no despeñarse, que apenas les quedaba
puntería y mala leche para poder abatir al cornúpeta. Pero… ¡ay!, los
cabroncetes humanos no se rinden fácilmente. Un día vinieron con un trabuco. Al
día siguiente con una carabina. Y llegó el día en que subieron del valle un
rifle Remington con mira telescópica, capaz de meter una bala entre ceja y ceja
a cualquier bicho viviente a cientos de metros de distancia. De pronto, la
estrategia del “cógeme si puedes” ya no funcionaba. Como las cabras no conocían
otra, se limitaron a buscar un risco todavía más alto y remoto para escapar de
las balas de los aristócratas de turno. Inútilmente. Cayeron una tras otra
hasta la extinción definitiva. Entonces llegaron los lamentos. Con los años
aparecieron los conservacionistas, que se empeñaron en conseguir que la cabra montesa
volviera a brincar por las montañas pirenaicas. Después de 30 años de negociaciones,
en aplicación de un acuerdo firmado en 2014 por España, Francia y Andorra, el
pasado martes se soltaban con éxito diez ejemplares en Pont d´Espagne, en el Pirineo
francés. Espero que les administren algún tipo de tratamiento psicológico. A
las cabras, me refiero. Porque la confusión que deberá llevar será importante:
primero me tirotean hasta la extinción y ahora me llevan entre algodones. A ver
quién les explica que los humanos somos así: bondadosos, o los peores cabrones
que hayan pisado la tierra.
sábado, 20 de junio de 2015
QUERIDOS BANCOS (20/03/2015)
Las entidades
financieras tienen un concepto de la responsabilidad social bastante peculiar.
En algunos negocios, si el cliente acredita una situación económica precaria puede
beneficiarse de un descuento. Los bancos funcionan al revés: cuanto más
apaleado está el personal, más caña al mono. ¿Que ha sufrido usted un
descubierto? Trocotroco. ¿No puede usted mantener un saldo mínimo en la cuenta?
Pues le subo las comisiones. ¿Qué es usted rico y solvente? No se preocupe, que
no paga ni una y encima le regalo una tostadora. Por no entrar en el vergonzoso
asunto de los créditos hipotecarios y los desahucios. Los bancos se siguen
beneficiando de una legislación hipotecaria dickensiana que ningún político ha
tenido los arrestos de reformar, temerosos todos de que les cierren el grifo de
la financiación. La dación en pago, es decir, la resolución de un crédito
hipotecario con la entrega de la vivienda con independencia del valor del
inmueble en ese momento, es una cuestión de justicia tan elemental, que hasta
que no empezó la crisis económica casi nadie cayó en la cuenta de que no cabía
en el derecho español. Ah, sí, la crisis. Miles de millones pagados por todos
los españoles para acudir al rescate de entidades gobernadas por estafadores y
sinvergüenzas. ¿Y qué hemos sacado en limpio los españoles? Un sistema
financiero más saneado, nos dicen. No lo pongo en duda. Pero lo que olvidan
decir, por ejemplo, es que mi nuevo banco, adonde he ido a parar por la absorción
del antiguo, ha aumentado las comisiones por transferencias online más de un
300%. Y se ha quedado tan ancho. ¿Por qué nunca oiré/veré/leeré esta noticia en
ningún sitio? Poderoso caballero es Don Dinero. Aquí lo que conviene es estar
bien calladito, no se vayan a enfadar. ¿No son entrañables? Queridos bancos…
DERROTA MORAL (13/03/2015)
Esta semana, el gobierno vasco ha recibido el informe que
encargó hace un año a un grupo de historiadores de la Universidad del País
Vasco sobre la memoria de los años del terrorismo etarra (1968-2010). La
conclusión del informe es demoledora: Euskadi no fue víctima de un conflicto
con el Estado sino de un intento de imposición de un proyecto totalitario por
parte de ETA. La noticia ha pasado casi desapercibida, al menos hasta el
momento que escribo estas líneas, pero refleja un acontecimiento de importancia
capital: la derrota moral de la banda terrorista. El problema, desde un punto
de vista periodístico, es que más que un hecho puntual, noticiable por tanto,
se trata a menudo de un proceso casi invisible. Es difícil hacer una fotografía
de algo así. No ocurre lo mismo, sin embargo, con la derrota policial. Irónicamente,
el día en que ETA se declare disuelta o que se entreguen las armas, hechos que
no harán más que confirmar una realidad ya vieja, la anti-noticia por tanto, el
acontecimiento copará los titulares. Somos así, necesitamos momentos simbólicos.
Algunos pensarán que esa derrota moral, el definitivo asentamiento de un
consenso en la sociedad vasca sobre la injusticia absoluta de la obra terrorista,
era ya un hecho consumado y que no hacía falta ningún informe académico para
constatarlo. No puedo estar más en desacuerdo. En primer lugar, por la
trascendencia de que fuera el gobierno vasco del PNV quien lo encargara y un
grupo de historiadores de la Universidad del País Vasco el que lo llevara a
cabo. Y en segundo lugar, por la certera y brillante conclusión a la que han
llegado: no hubo conflicto, sino un intento de imponer un proyecto totalitario.
Claro y cristalino. La peor derrota para los malvados. La victoria definitiva de
la verdad y la justicia.
CAMPAÑA ELECTORAL (06/03/2015)
Comienza la campaña para las elecciones autonómicas en
Andalucía y comienza un año político de alto voltaje, cargado de citas
electorales como nunca se ha visto en la historia de España. Después de las
andaluzas vendrán las municipales y autonómicas en las comunidades sin pedigrí.
¡En septiembre las autonómicas catalanas! Con la consabida fanfarria
separatista, esteladas al viento y Artur Mas preparándose para entrar en el
glorioso panteón de los estadistas catalanes, en dura pugna con sus
aliados/rivales de ERC. De postre, por si aún nos queda hueco en el estómago,
las elecciones generales. Es la gran Campaña Electoral, así, con mayúsculas y
en singular, porque las campañas se sucederán unas a otras en un infinito
discurrir de mítines, autobuses electorales y apretones de manos, como una interminable
comedia en la que todos se esforzarán en parecer lo que no son. El presidente
del gobierno, prácticamente desaparecido durante toda la legislatura, se calzará
las botas e intentará que se manchen de barro lo más posible. El candidato
socialista tratará de sacudirse el sambenito de ser el nuevo Zapatero y hasta
dirá tacos, felizmente manchado de barro. Pablo Iglesias querrá convencernos de
que solo estuvo en Venezuela haciendo turismo, y de que hace tanto tiempo que
no canta la Internacional que la letra prácticamente se le ha olvidado. Albert
Rivera escribirá un best-seller que llevará por título: “Como crear un partido
político nacional en 15 días (y aspirar a ganar las elecciones)”. Rosa Díez
escribirá otro, pero este será un fracaso en ventas: “Lo que pudo haber sido y
no fue”. Cayo Lara se comprará unas zapatillas de cuadros y optará por
jubilarse tarareando las notas de un réquiem… Agárrense que vamos. Y disfruten,
que la democracia también sirve para eso. En cien años, todos calvos.
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