Como es tradición, conmemoran la proclamación de la II República y piden
la llegada de la tercera. Este año, por obra y gracia de Urdangarín y otros
azotes recientes de la institución monárquica, la manifestación republicana del
14 de abril fue especialmente concurrida. Confieso que no tengo muy claro qué
parte de la II República
se conmemora. ¿Se refieren a la azañista, a la cedista o a la del Frente
Popular? Creo que hay tanta confusión en torno a este período de nuestra
historia, que sería conveniente aclararse antes de empezar a pedir la tercera a
golpe de bandera tricolor. Los comunistas parecen hoy los campeones de la
democracia republicana. Sin embargo, en contra de lo que Franco se empeñó en hacer
creer, la república no fue un régimen político de extrema izquierda. Hay que
recordar que el jefe del primer gobierno republicano, Niceto Alcalá-Zamora,
pertenecía a un partido llamado Derecha Liberal Republicana y que eso no le
impidió ocupar la jefatura del estado entre 1931 y 1936. Tampoco fue una
arcadia feliz. La II
República fracasó rotundamente en el intento de crear un
marco de convivencia democrática para todos los españoles, y de la
responsabilidad de ese fracaso no se escapa casi nadie. Más obviedades que
necesitan ser repetidas: la disyuntiva entre monarquía y república que se vivió
en España en abril del 31 no tiene absolutamente nada que ver con la que podría
plantearse hoy. Entonces se enfrentaban democracia republicana vs. monarquía
oligárquica, mientras que hoy se trataría de sustituir una forma de jefatura de
estado por otra, dentro de una democracia consolidada. La II República no llegó
a alcanzarla. Sobre el papel fue un proyecto de regeneración apasionante y
bienintencionado. Loable en muchos aspectos. Pero desgraciadamente, en lo
político, modelo de casi nada.
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