En esa competición cerrada por ser el ministro más
impopular de España, el de Hacienda ha decidido dar un puñetazo en la mesa.
Apagados los ecos del inicio del curso escolar, que había puesto a José Ignacio
Wert por delante en medio de un océano de camisetas verdes muy cabreadas,
Cristóbal Montoro se ha lanzado a la ofensiva. El mes de octubre comenzó con la
simbólica entrega de los presupuestos para 2014 al presidente del Congreso. ¿Se
acuerdan de aquellos palés repletos de folios? ¿Y del simpático pen-drive? Pues
olvídense. Lo que ahora se lleva es entregar los presupuestos metidos en un
código QR, que es como un cuadrado abstracto que queda de lo más apañado en las
fotos. Chúpate esa, Wert. Luego ha sido un no parar: que si las pensiones
subirán un 0,25% (es decir, su poder adquisitivo bajará), gobiernos autonómicos
de todos los colores mosqueadísimos por el reparto y declaraciones que parecen
gasolina en un extintor: “los salarios no bajan, crecen moderadamente”. Toma
ya, Wert, a ver si igualas ese titular. Montoro es insaciable. No contento con
atizar todos los fuegos de su departamento, la emprende también con los de su
acérrimo enemigo. Esta semana se ha descolgado con unas explosivas declaraciones
sobre el cine español, al que, por cierto, ha vuelto a recortar la asignación
presupuestaria: “los problemas del cine español no tienen que ver sólo con las
subvenciones, también con la calidad”. Es de imaginar que las ronchas que ha
levantado en el sector deben ser perfectamente visibles desde la luna. Lo
curioso es que un ministro de Hacienda emplee argumentos tan alejados de la
ciencia económica y se apropie de los de un crítico de cine. Los errores se
pagan. Wert no ha dejado pasar la ocasión: “el cine español me gusta mucho”.
Chúpate esa, Montoro. Continuará...
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