Pablo Iglesias ha anunciado que los cinco
eurodiputados de Podemos solo percibirán 1.930 euros mensuales del total de
8.020 que tienen asignados, y que donarán la diferencia a obras sociales.
También ha revelado que los cinco comparten actualmente piso en Bruselas, “para
dar ejemplo de austeridad”, y que cuando tienen que desplazarse a Estrasburgo
pernoctan en un hotel “de las afueras”. No aclara si los cinco comparten
también la misma habitación en el hotel o si se llevarán el bocadillo de casa
cuando acudan al europarlamento para no gastar en la cafetería... La frugalidad
de las gentes de Podemos me recuerda mucho a la que han practicado las órdenes
religiosas desde tiempos inmemoriales. El discurso tampoco le anda a la zaga.
“Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en
el Reino de los Cielos”, dicen los evangelios. Cámbiese lo de la monarquía
celestial por una república socialista bolivariana y la frase podría pertenecer
a otro melenudo, esta vez contemporáneo y de apellido eclesiástico. Una de las
mayores debilidades de la izquierda – y no digamos ya de la extrema izquierda –
consiste en creer que el afán de lucro individual es una especie de enfermedad,
una conducta desviada y pecaminosa que debería ser perseguida en una sociedad
ideal, regida por el principio de la solidaridad. Reniego de este integrismo
izquierdista. El deseo de ganar más dinero para uno mismo no es síntoma de una
grave enfermedad social. Tampoco es inmoral. Me pregunto si alguna vez España
dejará de ser un país de predicadores para convertirse en otro liderado por
hombres y mujeres de acción. Porque las exhibiciones de austeridad no crean
puestos de trabajo. Los crean los empresarios. Y el que no entienda esta
realidad, está viviendo en el limbo.
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