Odio las infusiones con azúcar. Eché dos cucharadas en la
taza pensando que era café y mi mente ordenó a la mano izquierda acudir rauda a
las teclas Ctrl + Z para deshacer el entuerto. El problema es que estaba en
medio de la cocina y no frente a una pantalla de ordenador, y mis dedos
teclearon ridículamente el vacío. Si mi mujer me hubiera visto, le habría dicho
que estaba recordando una bonita sonata de Chopin. Para no preocuparla, vamos.
Esta anécdota real prueba dos cosas: primera, que quizás me esté volviendo un
poco majareta; y dos, que la informática está cambiando nuestra forma de
percibir e interactuar con la realidad. Y eso que esta tecnología está todavía
en fase primitiva. ¿Se imaginan lo que ocurrirá dentro de unos años cuando
todos vayamos con nuestras gafas de realidad virtual? Que ya no sabremos si nos
estamos preparando una valeriana o si estamos dentro de un anuncio de cocinas
que no hemos podido evitar porque no tenemos contratada la versión de pago...
Al hilo de estas disquisiciones, ha levantado mucho revuelo esta semana la
noticia de que los colegios de Finlandia, cuyo modelo educativo es la envidia
de toda Europa, va a sustituir la caligrafía por la mecanografía como
asignatura obligatoria en su programa. Sí, la medida parece algo radical pero
no falta de argumentos. Porque la escritura manual se está quedando para
apuntar teléfonos – cuando no puedes utilizar el tuyo porque estás hablando – y
para hacer la lista de la compra. Esta gigantesca revolución tecnológica lo
cambia todo. Nuestra forma de elaborar las ideas, ordenarlas, memorizarlas o
incluso redactarlas. Estoy seguro de que hasta la propia estructura física de
nuestro cerebro está cambiando por el fenómeno de teclear. En todo caso, no se
preocupen. Siempre nos quedarán esas teclas mágicas. Ctrl + Z.
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