Las últimas encuestas sobre intención de voto, que dan a
Podemos un ascenso casi prodigioso, han puesto a la clase política de los
nervios. El CIS parece compartir esa inquietud: no ha incluido a Pablo Iglesias
en su encuesta de valoración de líderes políticos con el peregrino argumento de
que no tiene representación parlamentaria. No es la única maniobra contra la
cabeza visible de Podemos que hemos visto últimamente. Los informativos de Antena
3 recurrieron directamente a la manipulación al editar torticeramente una
entrevista y poner en su boca cosas que jamás quiso decir. “La televisión le ha
aupado y la televisión le hará caer”, parecen pensar algunos. No les falta
razón. El error – y la inmoralidad – consiste en recurrir a la mentira para
conseguirlo. Una mentira que resulta innecesaria. El éxito de Pablo Iglesias es
consecuencia de su innegable talento político, pero también de un nuevo modelo
televisivo, descentralizado y viral, que viaja por internet casi sin
limitaciones. El joven profesor ha hablado, conferenciado y polemizado tanto en
estos nuevos medios, que cabría pensar que hay varios coletas por ahí,
sembrando el evangelio de la próxima revolución. Pero claro, tanta verborrea, por
mucha listeza que se tenga, acaba volviéndose contra uno. Estoy convencido de
que el techo electoral de Podemos ya está fijado, no por lo que diga su líder a
partir de ahora - que a buen seguro se encaminará hacia la moderación - sino
por lo que ya ha dicho. El catálogo
de barbaridades que han salido por boca del camarada Pablo en los últimos años
es tan completo, que valdría para acabar con la carrera política de cinco o
seis como él. Y seguro que saldrán a la luz muchas más. La mayoría de los
españoles todavía no las conoce, pese a que circulan ampliamente por internet. Ya se encargará alguien de que eso cambie.
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