viernes, 20 de diciembre de 2013

MANOS ARRIBA (20/12/13)

Que suba el precio de la luz hace tiempo que dejó de ser noticia. No en vano, la factura eléctrica de los consumidores españoles se ha incrementado un 63% en los últimos ocho años. Que el ministro del ramo afirme que los precios no subirán para desdecirse a la semana siguiente, desgraciadamente, tampoco sorprende demasiado. Con la excusa de la complejidad del sector y de que para entender la tarifa eléctrica uno debe estar titulado en varias ingenierías superiores, la clase política española nos lleva tomando el pelo con este asunto desde tiempos inmemoriales. Y esquilmando nuestros bolsillos, naturalmente. El ministro hace un esfuerzo pedagógico y afirma: “La realidad es muy simple. El coste de generar electricidad es mayor al precio que el consumidor paga por ella. Eso genera un déficit tarifario” Cuando oigo estas palabras se me pone cara de búlgaro subsidiado que ha vivido en la arcadia comunista hasta que la caída del muro le ha hecho despertar. ¿Es posible presentar el asunto de forma más cínica? ¡Ahora resulta que la culpa es nuestra, por dar la espalda a la realidad! Lo que el señor Soria olvida decir es que el coste de generar electricidad se ha disparado por la incalificable gestión de los políticos que le precedieron; aquellos que cometieron errores de cálculo gravísimos, que cuestan al contribuyente cientos de miles de millones de euros. Y mientras tanto, los directivos de las compañías eléctricas españolas son los mejor pagados del mundo y en sus consejos de Administración se han sentado y se sientan sin ruborizarse ex-Ministros de Economía y ex-Presidentes del Gobierno con sueldos multimillonarios. Creo que todo es más sencillo de lo que nos quieren hacer creer. Esto es un robo, pero sin guardar las formas. Por pura educación, díganlo: manos arriba, esto es un atraco.

viernes, 13 de diciembre de 2013

EL FUNERAL (13/12/13)

Todavía no somos muy conscientes de ello, pero el funeral por Nelson Mandela en Johannesburgo ha sido el más importante de la historia. Quizá le faltó el exotismo del entierro de Nabucodonosor II, rey de Babilonia, o la espectacularidad de las exequias del faraón Ramsés II, al que acompañaron bajo tierra unos cuantos infelices todavía vivos para llenar su copa de vino durante el último viaje, pero todo eso lo compensó con creces. Un pueblo multicolor, líderes políticos democráticos junto a dictadores irreductibles, asesinos que pronto arderán en el infierno, enemigos jurados que se saludan civilizadamente, primera ministra nórdica que provoca una escena de celos del matrimonio más poderoso del planeta, falso intérprete del lenguaje de signos inventando un nuevo baile que ya hace furor en todo el mundo... No lejos de allí, dentro de una caja, reposaría el cuerpo consumido de Mandela, ajeno ya a todas las tonterías humanas. ¡Grande Mandela! La crueldad, la ambición y el fanatismo religioso o político han cambiado a menudo el curso de la historia. Francamente, estamos hartos de verlo. Pero el caso de Mandela ha sido único. El ha demostrado el poder revolucionario de una fuerza que supera a todas las demás, pero que curiosamente está casi inédita en la historia de la humanidad: el perdón. Su causa era justa, justísima, fue un luchador por la libertad de su pueblo, el primer presidente negro de Sudáfrica, un hombre encantador... Todo eso no basta para explicar su grandeza. Mandela fue grande porque perdonó, y la extraordinaria fuerza de ese gesto ha quedado a la vista de todos en su funeral. Un funeral algo surrealista pero, en el fondo, cargado de sentido. La vida es una comedia breve. Más vale apresurarse en hacer algo que merezca la pena. Mandela lo hizo.

viernes, 6 de diciembre de 2013

ATAPUERCA (06/12/2013)

El miedo nos hace palidecer y sentir frío, porque la sangre acude rápidamente a las extremidades largas, donde podría ser necesaria para emprender una huída precipitada. Durante millones de años, las emociones han estado al servicio del ser humano para ayudarle a sobrevivir en un medio casi siempre hostil. Sentir miedo, ira, amor o asco, es un regalo de la evolución que nos ha salvado el pellejo en infinidad de ocasiones. Las emociones son un mecanismo tan sofisticado que se activa solo, sin necesidad de dar la correspondiente orden a nuestro cerebro; ya se sabe cómo son todas las burocracias: me dé por favor un poco de miedo que me ha parecido ver una amenaza mortal con el rabillo del ojo, rellene usted este formulario, y mientras tanto, el tigre con dientes de sable nos ha hecho un destrozo en la yugular que ya no tiene remedio. Pero hay un problema (hoy, ayer, siempre hay un problema) Todo ese paquete de emociones, resultado de millones de años de evolución, se nos ha quedado obsoleto. El animal más peligroso con el que nos cruzarnos hoy es el perro del vecino, que nos ladra, el muy cabroncete. Nuestro mismo vecino ya no nos incrusta un sílex en el cerebelo en cuanto le damos la espalda... ¡nos dice buenos días! Como resultado, andamos por el mundo con un catálogo de emociones caducadas (y descontroladas), que no son eficaces contra las amenazas de la vida moderna. Perder el trabajo y no poder pagar la hipoteca, por ejemplo. Hoy se publican los análisis de ADN del fémur de un homínido que vivió hace 400.000 años en la sierra burgalesa de Atapuerca. Tiempos duros, sin duda, pero más previsibles que los actuales. No sé qué dirá el ADN mitocondrial al respecto. Nuestro antepasado pasaba más frío, más hambre y moría antes. Pero sospecho que era más feliz.