sábado, 28 de noviembre de 2009

PREGUNTEN A OLIART (27/11/2009)

Ha sido un nombramiento sorprendente. No por la personalidad del elegido o sus aptitudes, ni por el hecho, portentoso en sí mismo, de que el presidente del Gobierno y el jefe de la oposición se hayan puesto de acuerdo en algo. Se trata de su fecha de nacimiento: Alberto Oliart, el nuevo presidente de Radio Televisión Española, nació el 28 de julio de 1928. Ha pasado mucha agua bajo el puente: por aquellos días se inauguraba, sin ir más lejos, la línea internacional de ferrocarril de Canfranc. Las reacciones al nombramiento han sido variadas o airadas, según las circunstancias. A los trabajadores de Televisión Española que fueron jubilados forzosa y anticipadamente antes de cumplir los sesenta, les ha parecido una tomadura de pelo la designación de una persona de ochenta y uno. Con razón. Ahora se estarán preguntando, con amargura, cuáles fueron las verdaderas razones de su arrumbamiento. A otros les ha dado por hacer chistes: que si a esa edad sólo te pueden elegir Papa, o que si el nuevo director de televisión va a confundir la TDT con un insecticida. Personalmente, estoy encantado con la elección del señor Oliart. Siempre he pensado que la vida es una botella de buen vino que hay que apurar hasta el final, ignorando los convencionalismos sociales o laborales al uso. Además, me permite provocar cariñosamente a mi padre, cinco años más joven, para que siga aspirando a hacer cosas que puedan cambiar el mundo. Abogado del Estado, Ministro de Defensa, de Sanidad, de Industria, ganadero porcino, apasionado defensor de la dehesa extremeña... Busco en su biografía, infructuosamente. ¿Cómo un octogenario puede conservarse tan extraordinariamente lúcido y lleno de energía? Siento no poder darles una respuesta. Pregunten a Oliart.

BABEL (20/11/2009)

Para experimentar la verdadera soledad no hace falta perderse en el desierto del Sáhara o consagrarse a la exploración ártica. Basta coger un avión y desembarcar en un país en el que estemos rodeados de gente desconocida– cuanta más mejor –, donde se hable una lengua de la que no entendamos una sola palabra. El mundo es un esférica torre de Babel, con 6912 lenguas distintas. Soy consciente de los valores positivos que aporta tan extraordinaria variedad. Cada una de ellas es un milagro, una obra prodigiosa de decantación, un instrumento que aúna lo práctico y lo estético con misteriosa perfección. Sin embargo, ¿no es también un enorme fastidio? Por delante de la raza, la religión, la cultura o las opiniones políticas, el idioma es el factor diferenciador que más separa a unos seres humanos de otros. ¿Se imaginan lo que sería poder comunicarse con todos los ciudadanos del mundo, en el mismo idioma, con la misma familiaridad que emplearíamos con un amigo? Estoy de acuerdo que hacer turismo sería bastante más aburrido - uno de los atractivos de ir a Laos a visitar pagodas, es que le hablen a uno en laosiano -, pero es indiscutible que las relaciones personales, económicas e incluso políticas, serían mucho más fluídas: Obama y el iraní Ahmadineyah lo tendrían más difícil para tirarse los trastos a la cabeza. No se trata de impedir a alguien que hable su lengua preferida. Jamás. El bruto de Franco intentó reprimir el catalán y, afortunadamente, fracasó. Pero tampoco me parece aceptable utilizar las lenguas como instrumento político, a lo que son muy aficionados los partidos nacionalistas en España. Si a los catalanes no les gusta ver el cine en catalán, bendito sea Dios. A las lenguas hay que dejarlas libres, con su misterio. Cualquier estrategia de imposición, a la larga, está condenada a fracasar.

lunes, 16 de noviembre de 2009

EL MELOCOTÓN (13/11/2009)

87 céntimos de euro. Por un momento pensé que sobre el plato de la báscula posaba una fruta tropical cotizadísima, cultivada a miles de kilómetros entre palmeras y pájaros multicolores. Pero no. En Calanda no vuela el papagayo y aquello era un melocotón. Recio, hermoso, pero no desproporcionadamente grande. Miré a la dependienta buscando un asomo de debilidad. Ni pestañeó. Giré la cabeza hacia los hermanos consumidores que esperaban turno detrás de mi. Sólo una mosca se atrevió a romper el silencio, friéndose heroicamente en los filamentos de una lámpara exterminadora. “¡145 pesetas por un melocotón!”- gritó mi conciencia. Nadie la oyó. Pagué religiosamente y corrí hacia casa, en busca de “La Comarca” de la semana pasada. Todavía recordaba el titular: “Los productores de Melocotón de Calanda recogen 5 millones de kilos. Los bajos precios plantean un futuro difícil para los agricultores”. ¿Alguien lo entiende? Según las asociaciones de agricultores, los culpables de los altos precios son los intermediarios, que llegan a aumentar en un 500% las cantidades que ellos reciben. Piden una ley de márgenes comerciales que ponga freno a los abusos. Los intermediarios, esos seres misteriosos, no hablan, no opinan. Al parecer, se limitan a llevárselos calentitos. Algo falla en todo esto. Si a un mercado que maneja esos márgenes brutales no acuden en bandada nuevos empresarios a la caza del beneficio, debe haber una razón. Los agricultores deberían intentar averiguarla: participar en la distribución de sus productos haría su negocio mucho más rentable. Creo que la intervención del Estado en los precios no es la solución. Históricamente, se le da muy mal. Dicen que en cierto país llegaron a levantar un muro para que la gente no saliera corriendo. Lo que hay que oir.

sábado, 7 de noviembre de 2009

CAJAS (06/11/2009)

¿Alguien sabe verdaderamente cómo funcionan las Cajas de Ahorros? Pues convendría: los sudores, madrugones y esfuerzos de muchos, un servidor entre ellos, están almacenados en sus tripas contables. En estos días, la pregunta es oportuna. La semana pasada asistimos al espectáculo insólito de la lucha, a plena luz del día, por el control de una de las Cajas más importantes. Lo sorprendente de esta bronca por la presidencia de Cajamadrid, es que el debate mediático se ha centrado en las luchas intestinas del Partido Popular, sin que nadie se haya hecho la pregunta del millón: ¿por qué un partido político puede decidir sobre el futuro de la cuarta entidad financiera de España? Si una Caja de Ahorros es una fundación privada de interés público, que no reparte beneficios, con una importante obra social...¿para qué quieren controlarla? Sí, conozco la Ley de Cajas, pero que nadie se ofenda: poner políticos a custodiar Cajas de Ahorros es como meter zorros a vigilar gallinas. No porque vayan a meter la mano en la susodicha – pese a las apariencias, la mayoría de los políticos en España son honrados -, sino porque los partidos son maquinarias de financiación opaca que necesitan estar bien posicionados para procurarse el sustento. El sistema no cambiará fácilmente. Las leyes están en manos de los grandes partidos, y estos saben muy bien cuando algo les beneficia corporativamente para mantenerlo ad eternum, sin que importe demasiado quién gobierne en cada momento. Las Cajas de Ahorro debieron ser diseñadas por mano divina. Que el negocio de prestar dinero no produzca beneficios empresariales sino que se destine al bien común, se acerca mucho al ideal de justicia. Luego llegamos los humanos y las echamos a perder.

jueves, 5 de noviembre de 2009

FELICIDAD (30/10/2009)

¿Cuál es nuestro primer objetivo en la vida? No existe otra pregunta en el mundo que pudiera obtener una respuesta más unánime: ser felices. Es sorprendente que una cuestión tan básica haya sido durante tanto tiempo -Aristóteles ya reflexionaba sobre la felicidad hace más de 2000 años- un concepto tan difícil de atrapar. Intentando aportar algo de luz sobre el asunto, la Universidad Erasmo de Rotterdam publicaba esta semana su tradicional ránking de felicidad por países. España figura en un honroso puesto 20, de un total de 148. Costa Rica, Dinamarca e Islandia son los países más felices, mientras que los cinco últimos de la lista pertenecen al continente africano. Lo primero que llama la atención es comprobar que los países más pobres del mundo figuran en los últimos puestos mientras que los más desarrollados se encuentran todos en la primera mitad del ránking. Es evidente que sin alimento, sin una forma digna de ganarse la vida y sin atención médica básica, es imposible alcanzar la felicidad. Sin embargo, hay algo más. ¿Por qué dos países como Dinamarca (nº 2) y Francia (nº 50), tan similares en renta per cápita, tan próximos geográficamente, ocupan puestos tan dispares en la lista? Gran interrogante. Si todo fuera tan sencillo como ganar dinero y comprarse un coche más grande, probablemente estaríamos escribiendo de otra cosa. ¿Sabían que tener perro aumenta en un 20% las posibilidades de ser feliz? No es que estos animales aporten una sabiduría especial, no. Al parecer, los dueños de perros tienen muchas más posibilidades de establecer relaciones sociales, gracias a sus mascotas. Me temo que nunca tendré chalet o un Hummer 4 por 4. Pensándolo bien, debería centrarme en hacer amigos y en conservar a los que aún me quedan.