viernes, 29 de abril de 2016

CHOLO (29/04/2016)

Es el entrenador de moda en el fútbol europeo. Diego Pablo Simeone, más conocido como “El Cholo”, argentino, 46 años, dirige los destinos del Atlético de Madrid desde hace tres temporadas. Sus éxitos deportivos son incuestionables: bajo su batuta, los colchoneros han ganado Liga, Copa, Europa League y han llegado a la mismísima final de la Champions, la competición de clubs más importante del mundo, con un presupuesto varias veces inferior al de los grandes. Su ascendente sobre el equipo – y deberíamos incluir aquí a público y jugadores por igual – es impresionante. Un solo gesto de sus brazos es capaz de movilizar al estadio entero; en los ojos de sus pupilos brilla un fiero orgullo cuando hablan de él, como lo harían los espartanos de Leónidas, cinco minutos antes de la batalla de las Termópilas. Su filosofía de juego ya tiene nombre - el “cholismo” - y su divisa es de una simpleza apabullante: “Partido a partido”. El Cholo ha elevado la fe en las propias fuerzas a categoría de dogma cuasi-religioso, en un club como el rojiblanco, con fama de maldito, ciclotímico y con tendencia a la depresión. Uno tiene la sensación de que Simeone, que ya fue un jugador aguerrido y temible en su día, está viviendo una clase de éxito tan profundo que se da en contadísimas ocasiones en el deporte y en la vida. Bueno, llegado este momento, habrá que advertir que el Cholo no es perfecto. En momentos de máxima presión, deja ver ramalazos de una vena barriobajera, en las antípodas del fair play, que manchan ocasionalmente su figura. Algunos dirán que esto es fútbol, un deporte de la calle que se juega con la camisa por fuera, no tenis, ni golf. A otros, ese lado oscuro del cholismo les llevará a renegar de él sin remisión. No creo que al Cholo le importe demasiado. Porque él solo está pensando en ganar el próximo partido. 

martes, 26 de abril de 2016

NO ES TARDE (22/04/2016)

El presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, visitaba la Moncloa esta semana, inaugurando una nueva etapa que se ha querido bautizar de discrepante cordialidad. Menos es nada. Rajoy regaló al president una edición de la segunda parte del Quijote, aquella en la que el intrépido caballero andante era vencido y humillado por el caballero de la Blanca Luna en la playa de Barcelona. Tengan por seguro que el regalito iba con segundas; lo que ocurre es que los gallegos pueden ser tan sutiles, que la indirecta ha pasado casi desapercibida. En la misma línea de diplomacia política, Puigdemont se reunió recientemente con Pedro Sánchez y Albert Rivera, y el resultado no fue muy diferente. La portavoz del gobierno catalán contestaba así de lacónica a la oferta de reforma constitucional que planteaba el líder de Ciudadanos: “Llega tarde”. Es difícil contener un mayor desatino en tan solo dos palabras. ¿Qué significa eso de que llega tarde? ¿No estará insinuando que quiere usted romper un país con más de 500 años de historia, casi 900 años después de la boda de Ramiro y Petronila que unió los destinos de Cataluña y Aragón hasta hoy, por el peregrino motivo de que el gobierno central presentó un recurso al estatuto de autonomía de 2006, y que si entonces se hubieran aceptado otras fórmulas, el independentismo se habría conformado? No se confundan. La hipotética reforma constitucional que modernizase el estatuto territorial español llegaría tarde para usted y los suyos, no para Cataluña. Llegaría tarde para los que se han echado al monte, con la escopeta institucional al hombro, dispuestos a echar un órdago al Estado y violentar sus leyes si es necesario. Ellos pasarán y Cataluña permanecerá. Ojala que como una parte insustituible de España. Porque nunca es tarde para la razón y el entendimiento.

PANAMÁ PAPERS (15/04/2016)

La capital de Panamá se llama Panamá. Por un lado, un sistema muy económico de sacarle rendimiento a los nombres, y por otro, un sabotaje al juego de adivinar capitales, única forma de lucimiento de niños resabidos y poco deportistas. Porque en Panamá siempre han entendido mucho de economías. Recuerdo que el libro de geografía de la EGB ya decía que una mayoría abrumadora de la flota mercante mundial estaba matriculada... ¡en Panamá! Aquello era un misterio insondable para un niño como yo, clase media hasta la médula, cuyos padres no tenían sociedades domiciliadas en aquel lejano país con un canal muy importante que, cómo no, también se llamaba Panamá. Por cierto, el genuino escándalo de Panamá estalló mucho antes de que políticos, artistas y demás gentes de posibles decidieran crear sociedades al sol caribeño, y que fueran objeto de la reciente filtración conocida como Panamá Papers y dejados con sus vergüenzas, hipocresías y miserias a la vista de todos. Ocurrió a finales del siglo XIX, con motivo del primer intento fallido de construcción del Canal; aquel chanchullo dejó sin ahorros a casi un millón de incautos e inició una tradición de país corrupto que se ha mantenido hasta hoy. Pero no nos ensañemos demasiado con los panameños, que en lo que se refiere a falta de transparencia, juego sucio y operaciones económicas malolientes, la lista es más larga que la muralla china. Porque todos los paraísos fiscales son, para este escribidor, países corruptos. Luxemburgo, sin ir más lejos. Y también lo son aquellos que firman acuerdos bajo la mesa con todopoderosas multinacionales, pesadilla del pequeño emprendedor, para garantizarles privilegios fiscales. Holanda o Irlanda, por ejemplo. El mundo puede llegar a ser profundamente injusto. Pero tampoco necesitábamos a Panamá para saberlo.

LA BALDOSA ROTA (08/04/2016)

Estamos en abril y llueve, como Dios manda. No he caminado ni diez pasos cuando de pronto, zas, siento que el suelo se tambalea bajo mi pie y un tsunami de agua helada y marrón se abalanza sobre mi zapato. La baldosa que acabo de pisar era una baldosa-trampa, una mina antipersona que me ha dejado el pie mojado para todo el día. Dejo escapar un juramento grueso y sin mucho fundamento: que se sepa, las baldosas no tienen madre. A lo mejor me estoy acordando de que alguien tendría que haber reparado esa baldosa rota antes de que yo la pisara y, de golpe, a la lluvia, al cierzo y al calcetín mojado se le suma un profundo ataque de melancolía. ¿Quién sustituirá esa baldosa y cuándo? Dios mío, la pregunta parece un agujero negro. Si uno viviera en un pueblo pequeño siempre le quedaría la esperanza de que el alcalde o un concejal acertaran a pasar por su calle y que pisaran la misma baldosa en un día de lluvia pero, en mi caso, hay muchas más posibilidades de que me toque el euromillón y entonces ya todo daría igual porque viviría en una calle alfombrada, sin baldosas o con un operario que las cambiaría cada semana. “Sé que volveré a pisar esta misma baldosa”, me digo con un fatalismo negrísimo. No hace falta ser un experto municipalista para predecir cómo funciona la administración local en España. Tampoco ser un Carl Jung para desentrañar el inconsciente colectivo español. Aquí prima el relumbrón, la gran infraestructura que cuesta un pastón, la placa conmemorativa del político que la hizo posible pero no la pagó. Mientras camino con el pie mojado, diviso a lo lejos el magnífico cascarón vacío de la Torre del Agua. A estas alturas, algún otro incauto habrá pisado ya la baldosa rota. Parece que puedo oír su juramento, traído por el viento. Debe ser la astenia primaveral. Temo que no cambiaremos jamás.   

DESCEREBRADOS (01/04/2016)

Lo único que estoy dispuesto a reconocerles es que nacieron en Chile. Punto redondo. Los autores del atentado contra la Basílica del Pilar de Zaragoza, sobre los que ha recaído esta semana una sentencia condenatoria de 12 años de prisión, son un matrimonio de chilenos de 27 y 36 años de edad. Las crónicas periodísticas les llaman también “anarquistas”, pero yo me niego a darles semejante tratamiento porque eso les haría parecer mucho más importantes de lo que son. El anarquismo es un movimiento político centenario, que por muy revolucionario que sea, en pleno siglo XXI debe exigir de sus miembros algo más que poner bombitas. Más que nada, para que entre Proudhon, Bakunin y Kropotkin y esta pareja de lechuguinos descerebrados no pueda establecerse relación alguna. En las fotos aparecen sentados frente al tribunal que les juzga, en la Audiencia Nacional, y podría decirse que disfrutan de sus cinco minutos de gloria. Por una vez, han hecho algo en la vida. Algo suficientemente importante como para justificar su aparición en televisión y que sus nombres se lean en los periódicos. ¿No les estaremos dando demasiado? ¿No sería preferible evitar que se convirtieran en celebridades? El tema no es nuevo, y surge siempre que se trata el fenómeno terrorista. ¿Quién no está harto de ver en estos días los rostros bovinos de los autores de los atentados de Bruselas en televisión? ¿Y de escuchar una y otra vez sus nombres? Alguien podrá argüir que el instinto animal que conservamos nos exige conocer el rostro de los asesinos para saber reconocer futuras amenazas. Otros hablarán de morbo, puro y duro. Personalmente, abogo por aguantarnos todos las ganas y condenarles al anonimato. Nada de fotos, nada de alias, nada de comandos. Y llamarles solo por su nombre: descerebrados.

LA PASIÓN (18/03/2016)

Cuando aún resuenan los ecos de las bombas de Bruselas, las redes sociales se llenan estos días de alegatos en contra de la religión de los asesinos. La indignación cunde. La necesaria frontera de separación entre musulmanes pacíficos y fundamentalismo criminal se ignora cada vez más, deliberadamente, para dar rienda suelta a una de las pasiones más destructivas que es capaz de albergar el corazón humano: la venganza. Al mismo tiempo, en las calles de toda España suenan los tambores y miles de imágenes salen en procesión para conmemorar otro padecimiento, la pasión por antonomasia, el increíble tormento al que fue sometido un judío revolucionario en la Palestina de hace más de 2.000 años. La coincidencia me parece relevante. Porque nos presenta la oportunidad de reflexionar sobre el verdadero significado de nuestras creencias. O de nuestra cultura, si se prefiere. ¿Qué sentido profundo tiene la figura agonizante del Cristo del Silencio, que estremece de emoción a miles de alcañizanos y visitantes cada Jueves Santo? La crucifixión, la muerte más horrenda que un ser humano podía infligir a otro en tiempos de Jesús, es la demostración definitiva del principio supremo que éste defendió: el del amor al prójimo, la ausencia de odio y el perdón. Si una banda de malnacidos te tortura con saña – con clavos, espinas y vinagre - y uno es capaz de no sentir odio, significa que ha alcanzado la liberación absoluta. Creo que este principio no excluye la posibilidad de defenderse, utilizando la fuerza si fuera necesario, aunque Jesucristo no la tuvo o quizás no la quiso. Doctores tiene la Iglesia. Yo me quedo con la parte más importante de su mensaje. Que a la barbarie no se responde con odio. Porque al hacerlo estamos destruyendo lo mejor de nosotros mismos. 

EL CLAMOR SILENCIOSO (11/03/2016)

Hace ya años que algún sesudo politólogo anunció a bombo y platillo la muerte de las ideologías. Izquierdas y derechas habrían dejado de tener sentido en un mundo globalizado donde las ideas políticas de unos y otros se diferenciaban más en la cosmética que en el fondo. No lo voy a discutir. Sin embargo, sigo pensando que ser conservador o progresista, más allá de lo abultada que uno tenga la cuenta corriente, constituye una forma de sentir y pensar casi innata, cuyo origen debe residir en la propia organización de las estructuras cerebrales. No es sorprendente, por tanto, que la distinta forma de operar las neuronas tenga también manifestaciones completamente ajenas a la política. Tomemos la retórica, por ejemplo. La izquierda tiene gusto por la repetición y el pleonasmo; no le duelen prendas en dedicar medio discurso a remarcar que se dirige a los diputados y las diputadas, a los trabajadores y a las trabajadoras y así, hasta que haga falta. La derecha, en cambio, se pirra por el oxímoron, que es esa figura retórica que consiste en complementar un término con otro que tiene un significado opuesto y contradictorio, y que es una forma más liberal y económica de expresar una idea con mucha carga de profundidad y pocas palabras: calma tensa, fuego helado, instante eterno. El último de sus miembros en utilizarla ha sido el ex-presidente de la Comunidad de Murcia, que ha definido el estado de ánimo en el seno del Partido Popular en favor de la retirada de Rajoy como "un clamor silencioso". Demasiado silencioso, me temo. Porque el aludido es hombre a prueba de silencios, por muy clamorosos que sean, y se resiste a admitir que su tiempo político ha pasado. No solo su partido, España entera necesita que lo comprenda. Sin figuras retóricas. Ojala alguien más reúna el valor para decírselo.

LA CALUMNIA (04/03/2016)

Rafael Nadal, el mejor deportista español de todos los tiempos, no se ha dopado, no se dopa y nunca se dopará. No sé decirlo más claro. Comprendo que esta afirmación tan contundente pueda hacer levantar alguna ceja o invitar a los más cínicos a declarar que ellos no ponen la mano en el fuego por nadie. Y menos por un deportista. Pues bien, a pesar de ello y de que nunca he tratado personalmente con él, creo que arriesgo muy poco al concederle ese crédito. Llevo siguiendo su carrera tenística más de una década y le he visto reaccionar ante muchas circunstancias de su vida, la mayoría deportivas y algunas también personales. Perdónenme el atrevimiento: conozco a Nadal. Jamás se ha dopado porque ha sido educado con sentido del honor, del respeto y de la honestidad a cualquier precio. Porque no concibe hacer trampas y manchar el deporte que le ha dado tanto. Simplemente, porque si las hiciera, no soportaría mirarse en el espejo. Es de esperar que esta forma de ir por la vida, casi quijotesca, le resulte muy extraña a alguien como Roselyne Bachelot, ex ministra de salud, ecología y deportes en varios gobiernos conservadores franceses de los últimos tiempos. La femme politique reconvertida en tertuliana televisiva calumnió gravísimamente al deportista español la semana pasada, acusándole de dopaje sin ninguna prueba y con una frivolidad realmente apabullante. ¡Pobre Francia! Si personajes tan irresponsables, ligeros y cobardes como la Bachelot son capaces de alcanzar esas alturas en la élite política gala, se deduce que la crisis de valores que azota a nuestros vecinos es todavía más grave de lo que parece. Esta vez la calumniadora tendrá una respuesta en el juzgado correspondiente. Esperemos que la sentencia le administre algo de lo que merece: desprestigio y vergüenza.

ESCRACHES (26/02/2016)

Detesto la violencia. La física, por descontado, pero también la gestual, la verbal, la escrita, y hasta la de pensamiento. Otro comportamiento humano que tampoco soporto, cuando está íntimamente relacionado con el anterior, es la cobardía. La violencia cobarde, es decir, la que se aprovecha de una situación de superioridad o de la pertenencia a un grupo frente a un individuo solitario, me parece una conducta despreciable. Entre sus practicantes podemos encontrar, por ejemplo, al energúmeno que insulta al árbitro desde la grada de un campo de fútbol. O a la jauría anti-sistema que patea a un policía en el suelo durante una manifestación ilegal. Por cierto, esto último despertaba no hace mucho en el líder de Podemos, Pablo Iglesias, una profunda emoción, por el compromiso de esos chicos, “que se la estaban jugando”. Sí, se refería a los pateadores. Está claro que el citado político y un servidor tenemos sensibilidades tan dispares como las de un terrícola y un habitante de Plutón. Pero volviendo al razonamiento anterior, el lector podrá entender a estas alturas que cuando alguien se sacó de la manga la práctica del escrache, ese atosigamiento físico y verbal en la puerta de la vivienda de un político por una turba de individuos muy cabreados, volví a sentir ese asco por mí tan bien conocido. Una vez más, esta sensibilidad mía no fue compartida por conspicuos dirigentes de Podemos, que lo defendieron como el ejercicio de la libertad de expresión. Esta semana, el caprichoso destino ha querido que uno de ellos haya sido víctima de un escrache. ¡Qué bonita oportunidad le ha dado la vida de ser consecuente con sus actos/escraches del pasado! Como ya sabrán, no lo ha sido. Ha puesto el grito en el cielo. Por una vez, voy a estar de acuerdo con él: me sigue pareciendo lamentable.

TRUMP (19/02/2016)

Estoy seguro de que algo se nos escapa. Como ocurre siempre que un extranjero se asoma a la realidad profunda de otro país, por muy buena intención que se ponga, uno no se suele enterar de casi nada. Para comprender a España, por ejemplo, si no sabes que el Cola-cao hace grumos en la leche y el Nesquik es instantáneo, si no sabes que Massiel cantó el Lá-lá-lá y luego tuvo algún problemilla con la bebida, si nunca has visto a Arias Navarro lloriquear por la muerte del generalísimo, jamás llegarás a rascar más allá de la superficie. Lo mismo ocurre con los Estados Unidos de América. A pesar de todas las películas, las hamburguesas y la Coca-Cola que nos han metido, estoy seguro de que no tenemos ni la menor idea de por dónde respira verdaderamente ese país. ¿Cómo es posible si no, que nos parezca tan increíble la incendiaria llegada a la palestra política de un personaje como Donald Trump? Si nadie lo remedia, el grosero, grasiento y voceras millonario neoyorkino va a convertirse en el candidato republicano a la Casa Blanca en las próximas elecciones de noviembre. ¡Y no es ninguna broma! Ahora entenderán por qué me aferro a esa teoría de la insondabilidad de las almas nacionales. Tiene que existir una explicación racional que justifique que el país más desarrollado y poderoso de la tierra sea capaz de alternar en su liderazgo a personajes como Barack Obama –inmaculado, equilibrado y prácticamente perfecto – y al citado Trump – excesivo, demagogo y provocador. Rezo para esa explicación descanse en el humanísimo argumento de que ni Obama es tan bueno como parece, ni Trump tan malo. En todo caso, siempre nos quedará el Partido Demócrata. La ex-primera dama tiene ante sí una oportunidad de oro para convertirse en la primera mujer presidenta de la historia de su país. Por lo que más quieras, Hillary. No la dejes escapar.  

PAÍS DE CHORIZOS (12/02/2016)

No fueron seis años, como se publicó al principio. Un funcionario gaditano llevaba ni más ni menos que catorce cobrando el sueldo sin aparecer por su puesto de trabajo. Joaquín García, cuñado de un candidato socialista a la alcaldía, había entrado en el ayuntamiento de Cádiz como director técnico de Medio Ambiente, y cuando llegaron los otros, los peperos, fue recolocado en una empresa municipal. Según afirmaba el gerente de Aguas de Cádiz, que tenía su despacho junto al del ausente, “llevaba años sin verle”. Ahora el ayuntamiento le reclama una importante cantidad de dinero, la justicia ha fallado en su contra y el absentista recalcitrante alega un caso de mobbing – se le encargó un trabajo que no tenía ningún contenido - que le llevó a convertirse en un lector empedernido de Spinoza y, finalmente, al diván del psiquiatra para recibir tratamiento. Parece una historia sacada de un concurso de chirigotas pero, desgraciadamente, no lo es. La falta de rigor con la que se ha administrado el dinero público por parte de muchos ayuntamientos españoles produce auténtico estupor. Ahí tenemos el estercolero valenciano, del que empiezan a surgir nuevos casos de corrupción que amenazan a la mismísima Rita Barberá. O el caso aragonés más sonado, el de La Muela, cuya antigua alcaldesa, del Partido Aragonés, se sienta estos días en el banquillo de los acusados. Si la institución democrática más próxima al ciudadano es la primera en sufrir el azote de la corrupción, hay que deducir que la sociedad sufre una crisis de valores agudísima. Porque en los ayuntamientos se hace evidente que los políticos surgen de la sociedad misma, casi sin intermediarios. Que nadie se engañe, por tanto. La clase política que padecemos no nos ha tocado en un fatídico sorteo. Simplemente, vivimos en un país de chorizos.

LA BUENA EDUCACIÓN (05/02/2016)

Los groseros no saben lo que se pierden. ¿Puede haber algo más entrañable que cruzarse en una plaza con un desconocido y aminorar la velocidad para cederle el paso, y descubrir que él está haciendo exactamente lo mismo por ti, zanjando el encuentro con un “por favor” del que acaba por detenerse por completo y una mutua sonrisa cómplice que te hace sentir un agradable calorcillo en el pecho? Siento lástima por los que nunca lo hayan experimentado. La buena educación es un regalo que hacen los buenos padres a sus hijos, y más allá de un simple catálogo de convenciones superficiales – buenos días, por favor, sería usted tan amable, muchas gracias - , debería ser un código de comportamiento firmemente anclado en los principios más elevados. El primero de todos, el respeto al prójimo con independencia de su condición. Por desgracia, muchos con los que nos cruzamos cada día por la calle no recibieron esa educación de sus padres y será muy difícil que puedan transmitírsela a sus hijos del mismo modo que no podrán legarles algo que no tengan, como una finca de recreo o un yate de veinte metros de eslora. Como resultado, las calles y las plazas están pobladas de individuos-meteorito, que no tienen capacidad de aminorar su velocidad por la tiranía de las leyes cósmicas, prisioneros de la absurda creencia de que ceder el paso equivale a una muestra de debilidad de la que el prójimo – aquí, un individuo sospechoso, un enemigo, un rival – podría llegar a aprovecharse. Pobres diablos. Qué catastrófico error. La lucha por la vida es dura y está llena de contratiempos, no hay por qué negarlo. Pero los gestos amables, la cortesía, son un bálsamo a esas amarguras y una invitación a la esperanza. No salgan a la calle sin ella. Podrían llegar a chocar con alguien en cualquier momento.

VÁTERGATE (29/01/2016)

No me negarán que hay semejanzas. El borrado de los ordenadores de Bárcenas en la sede del Partido Popular de la calle Génova tiene ese mismo aire de nocturnidad, improvisación y linternas-puntero bailando entre mesas de despacho con el que recordamos, cortesía de Hollywood, la célebre incursión de los matones de Nixon en la sede del Partido Demócrata en Washington que supuso la aniquilación política de su jefe. Allí se denominó el escándalo Watergate, y aquí podríamos cambiar el agua por un váter, de lo mal que huele todo. Pero no llevemos la comparación demasiado lejos. Siendo justos, al lado de Richard Nixon, el hombre de Pontevedra es un santo varón; mientras el primero carecía por completo de escrúpulos, nuestro Mariano Rajoy peca de tener demasiados. El problema es que para combatirlos no conoce otra estrategia política que la de la inacción. En los últimos tiempos, el presidente del gobierno en funciones se ha convertido en un especialista en ponerse de perfil ante cualquier adversidad. Cuando estalló el caso Bárcenas se metió en una pantalla de plasma, cuando la amenaza secesionista llegó al clímax en las elecciones catalanas se refugió en el silencio, y cuando llegó el gran debate de la campaña electoral envió a su vicepresidenta, en una espantada que ya forma parte de la historia política de este país. Recientemente, se ha vuelto a superar. Ante la incómoda perspectiva de enfrentarse a un agrio debate de investidura del que saldría vapuleado, ha optado por rechazar el encargo del Rey, desvirtuando el sistema de elección del gobierno de una manera que los constituyentes jamás llegaron a imaginar. La historia le juzgará con dureza. Porque el caso Bárcenas acabó con su carrera política hace ya mucho tiempo. Y Rajoy parece empeñado en ser el último en enterarse.   

LA TENTACIÓN (22/01/2016)

Como la especie política es optimista por naturaleza y tiende a sobrevalorar sus méritos y posibilidades, todos los candidatos que concurrieron a las últimas elecciones generales están convencidos de que mejorarían sus resultados en caso de que se repitieran. Esto último no parece imposible, tal y como van las negociaciones para formar gobierno. La tentación debe ser grande. Borrón y cuenta nueva. Cuando alguien les recuerda que organizar unas elecciones tiene un coste directo de 150 millones de euros y uno indirecto mucho mayor, difícil de medir porque afecta a la credibilidad y a la estabilidad de todo un país, suelen sacar una sonrisa traviesa y decir: aún queda tiempo, no está todo decidido. No parece una actitud demasiado seria. Si el electorado ha votado por un resultado fraccionado, repartido y complicado, por algo será. Lo que no puede admitirse es querer repetir las elecciones hasta que el resultado sea “aceptable”. En primer lugar, porque es de ingenuos pensar que eso se vaya a producirse; la experiencia histórica demuestra que aquellos países que vivieron procesos electorales muy repetidos acabaron por cargarse el invento: la democracia cayó en el desprestigio porque se demostró incapaz de proporcionar al país un gobierno estable. Personalmente, creo que la legislación debería restringir la posibilidad de celebrar nuevas elecciones a casos verdaderamente excepcionales, y el actual no lo es. ¿No han conseguido una mayoría confortable para investir a un presidente? Pues búsquenla, y si para ello tenemos que inaugurar una nueva etapa de gobiernos de coalición en este país, hagámoslo. Ministros de diferentes partidos en el mismo gobierno, algo habitual en cualquier país europeo y todavía inédito en la democracia española. Señores políticos: hagan política. Que ya va siendo hora.

FOLKLORE (15/01/2016)

Una nueva era política ha comenzado. La jornada inaugural de las Cortes tras las elecciones del 20 de diciembre escenificó el momento del cambio y Podemos se empeñó en ser protagonista. Con mucha lógica, pienso yo. Si tienes el primer diputado con rastas de la democracia española, la primera diputada negra y el primer amamantamiento público de la historia del centenario edificio de la Carrera de San Jerónimo, te va a tocar dar la nota. Eso sí, hay que intentar no desafinar demasiado. Personalmente, eché de menos que alguno de sus diputados se presentara en el escaño acompañado de su perro, o que otro interrumpiera el discurso de Patxi López con el sonido de una flauta, pero en fin, tampoco vamos a pedirlo todo el primer día. A esta neoizquierda le priva llamar la atención y estoy seguro de que vamos a tener ración de folklore progresista un día sí y otro también. Pies descalzos encima del escaño en posición yogui, puños al aire, camisetas con estrellas revolucionarias y mucho, mucho desenfado. Afortunadamente, más allá de toda esta parafernalia izquierdista, Podemos es un partido político al que han votado más de cinco millones de españoles y que tiene la responsabilidad de sacar adelante su programa y lidiar con los de sus partidos rivales. Hacer política, en definitiva. Espero que lo hagan mejor que su presentación en el Congreso. Porque a esta le sobró espectáculo y le faltó coherencia. Si Carolina Bescansa, la cofundadora de Podemos, tiene la ocurrencia de llevar a su bebé al escaño para “visibilizar” su maternidad, no debería traer a una nanny para entregarle a la criatura en cuanto se apaguen los focos. Porque no hay nada más burgués, aristocrático y pijo que hacer algo así. Así que, hala, menos folklore y más trabajar.

¡QUE LÍO! (08/01/2016)

Como no existen precedentes en nuestra moderna democracia, nadie está muy seguro de lo que va a pasar. Estamos ante la peor pesadilla de los arquitectos del sistema constitucional de 1978: un parlamento fragmentado y un país ingobernable. Después de las elecciones del 20 de diciembre, PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos, partidos de proyección nacional, suman 322 escaños, la vieja IU se queda con 3, y los 25 restantes se reparten entre una plétora de partidos nacionalistas de diverso pelaje, convencidos de que el estado es más débil que nunca y dispuestos a plantear un órdago al sistema autonómico vigente. Para complicar aún más cosas, los dos partidos tradicionales, populares y socialistas, se encuentran sumidos en sendas crisis de liderazgo y credibilidad, y el problema catalán, siempre la guinda del pastel, se ha convertido en un obstáculo insalvable para reeditar la coalición de izquierdas que tan bien funcionó tras las elecciones municipales y autonómicas. En resumen, un enredo de difícil solución. Puestos a buscar un consenso, un punto de partida para una futura negociación que pudiera ser compartido por el mayor número de grupos políticos, este podría ser la necesidad de reformas urgentes en el sistema político español. Cambios de fondo, no parches, que abrieran de una vez el melón constitucional e iniciaran una etapa histórica de verdadera madurez democrática. Con dos objetivos básicos: mejorar la calidad de nuestra democracia y enfrentarse al desafío secesionista con una reforma del sistema de organización territorial. ¡Qué lío! – le gusta decir al presidente del gobierno en funciones. Ciertamente, el desafío no es pequeño. Lo mejor de todo es que, de puro grande, es imposible no verlo. Ahora necesitamos una clase política que no se empeñe en mirar hacia otro lado.    

FEMINISMO (30/10/2015)

Feminismo versus machismo. Es curioso cómo palabras de estructura tan similar pueden designar realidades tan opuestas: un movimiento de liberación frente a una forma de comportamiento abusiva y discriminatoria. Supongo que nos lo hemos ganado a pulso. Durante milenios, las relaciones entre sexos han seguido el mismo patrón de dominio masculino que ha llevado a la postergación de lo femenino y al absurdo desaprovechamiento de sus potencialidades. Pero, como dicen los franceses, c´est fini. La mujer ha dado un paso al frente y hoy, al menos en las sociedades civilizadas, ocupa en la sociedad el lugar que le corresponde, en pie de igualdad con el hombre. Evidentemente, queda camino por recorrer y obstáculos que remover. Uno de los más acuciantes, por la inmensa tragedia que supone, es el de la violencia de género. Hombres que maltratan, humillan y matan a las mujeres con las que comparten su vida, y a las que no perdonan su independencia y su libertad. Hago notar, desde mi condición masculina, que a la abrumadora mayoría de los hombres nos repugna este comportamiento y lo condenamos sin paliativos. Porque también afecta a nuestras hijas, nuestras hermanas o nuestras madres. Este recordatorio me parece necesario porque observo, en los últimos tiempos, que el movimiento feminista trata de monopolizar la lucha contra esta lacra. Y creo que es un gran error. El logo de la mano pintada con el símbolo femenino en color morado, o el hecho de que en las redes sociales se invite solo a las mujeres a compartirlo, reflejan una voluntad de excluir a los hombres de la cuestión. Como si fuéramos sospechosos de algo. Señoras feministas, hágannos un hueco, por favor. Nos conformaremos con un papel secundario, sí, pero queremos estar ahí. Concienciando a la sociedad y señalando al maltratador. Ni más, ni menos.   

LEGALIZACIÓN (16/10/2015)

Al parecer, la marihuana va a dejar de ser muy pronto un producto lúdico-subversivo y una estupenda fuente de inspiración para canciones ska-punk y para todo tipo de merchandising donde figuren las famosas hojitas que parecen ortigas pero que en realidad te provocan muchas ganas de reír cuando las fumas. También, una fabulosa fuente de ingresos para los delincuentes. La última noticia es que México acaba de legalizar su cultivo, transporte y cultivo con fines recreativos, y que California, el gran estado norteamericano vecino, está a punto de hacerlo. Mientras tanto, aquí en Europa, cada país sigue su propia política, a menudo completamente contradictoria: Holanda permite la venta y el consumo limitados a los famosos “coffee-shops”, mientras que en Noruega o Suecia fumar marihuana es un delito mayor. El gran problema del legislador, más allá de esta falta de coordinación entre países, es que las políticas de represión del consumo son cada vez menos creíbles. No tiene sentido perseguir implacablemente a la marihuana y al hachís y, al mismo tiempo, ser completamente permisivo con el alcohol de alta graduación, una bebida con unos efectos potencialmente más dañinos para la salud. Otro de los argumentos que se ha manejado a menudo es el de la relación directa entre delincuencia y tráfico de drogas. Despenalizadas éstas, descenderían drásticamente los índices de criminalidad. Personalmente, esto me parece mucho más dudoso. ¿Qué harán los narcotraficantes de marihuana cuando se queden sin negocio? ¿Apuntarse al paro? ¿Hacer cursos de fontanería? Me temo que cambiarán esa sustancia por otra cuyo tráfico sea, como mínimo, tan ilegal y lucrativo. Veremos hacia dónde van los tiros por aquí. De momento, ya saben lo que dicen las etiquetas: consuman con moderación.

EL CARRUSEL (23/10/2015)

En el carrusel de la política, un día eres el hombre de moda y al siguiente eres el guiñol al que todos pegan con el garrote con cualquier excusa. Que se lo digan a Pablo Iglesias. Hace unos meses se comía el mundo con patatas y hoy su coleta parece un postizo barato, a su espalda le ha salido chepa, y su estado de ánimo se define como “cansado”. Las encuestas decían que Podemos era la primera fuerza política de España y su líder se lo creyó. Hoy, recostado en el diván de algún especialista, se pregunta qué hizo mal. El carrusel también ha girado para Mariano Rajoy. Del balcón de Génova, en loor de multitudes peperas, ha caído al sótano de la impopularidad, a las catacumbas sombrías donde se agazapa Bruto, daga en mano, dispuesto a hundirla en los intestinos gallegos del presidente. Y qué me dicen de Pedro “Ken” Sánchez. ¿Alguien sabe si este hombre se ha dado un golpe con el quicio de una puerta recientemente? El fichaje de Irene Lozano, fallida aspirante a la dirección de UPyD, el partido favorito de las elecciones al inframundo, ¿no es el peor movimiento estratégico de un político español en los últimos 150 años? Y ya que hablamos del partido rosa, el carrusel de Rosa Díez ha girado con tanta fuerza que en estos momentos debe estar a punto de abandonar el sistema solar. Y falta Albert Rivera. A él los dioses le han tocado con la varita, y su estrella brilla hoy como ninguna otra en el firmamento político español. Joven, renovador, dialogante, convincente… Venga ya. Algo tendrá que tener. Sus enemigos, la esperanza de que un día se atasque en una frase y no sepa cómo continuar. Que no pasen pena. El carrusel girará también para él y un día será comida para los buitres. Como no es un advenedizo, es probable que ya lo sepa. Mientras tanto, se conforma con ser el próximo presidente del gobierno.

ANIMALISMO (09/10/2015)

A la fiesta de los toros le ha llegado su hora. Súbitamente, sin grandes debates ni reflexiones – así somos los españoles, para bien y para mal – la tauromaquia ha dejado de ser un arte de hondas raíces culturales y estéticas, para convertirse en una una salvajada impropia de países civilizados. Creo que el pensamiento animalista ha prosperado extraordinariamente gracias a las redes sociales, convertidas en una gran plaza pública donde sus tesis se defienden con fiereza – a menudo, también, con notable agresividad – y en la que hay que ser un valiente para echarse al ruedo a defender cualquier otro punto de vista que no sea la defensa a ultranza del animal: toro, perro, gato o primate. Que el lector no vea ni un asomo de ironía, por favor. Como cualquier persona sensible y con dos dedos de frente, pienso que la mejora en el trato que dispensamos a los animales es una de las muestras más evidentes de nuestro progreso como especie, en un sentido moral y filosófico. Por esta razón, hace años que sé que las corridas de toros desaparecerán, más pronto que tarde, porque dejarán de ser compatibles con la nueva sensibilidad. Ahora bien, mi animalismo se parece muy poco al que veo a menudo en facebook o twitter. Porque muchas veces no dice, o no entiende, la verdad. El taurino no es una persona morbosa, que disfrute contemplando el dolor del animal. Porque la esencia de los toros no reside en la violencia o en la crueldad, aunque pueda ser considerado un espectáculo cruel. El aficionado admira al toro bravo, ¡lo idolatra!, y el antitaurino que no entienda esto, no sabe a lo que se enfrenta. Hace años que no piso una plaza y quizá nunca vuelva a hacerlo. Pero que no cuenten conmigo para ilegalizar los toros, perseguirlos o convertir a sus partidarios en una panda de desalmados.