Hoy he prometido a Charito, con la que me casé hace ocho años en el
castillo calatravo de Alcañiz, socia de mi productora Albella Audiovisual y
editora del blog hombredelfaro.blogspot.com, donde se pueden consultar las 482
columnas que, hasta hoy, este humilde servidor ha escrito para este bendito
periódico, que no hablaría de cierta región del noreste de España donde se
localiza un proceloso conflicto político que amenaza con agotar las reservas de
paciencia del personal… Toma ya: he homenajeado a mi mujer, he alardeado de
alcañicismo, me he hecho publicidad y he utilizado la palabra “proceloso”, todo
en una sola frase. Por cierto, 483 columnas ya. Cuando lleguen al medio millar organizaré
una fiesta muy fina e invitaré a mis lectores a una copa de cava turolense, no
de esa región levantisca de cuyo nombre no quiero acordarme. Y luego está el
asunto de la Volkswagen. He acudido al concesionario con mi Passat tuneado de
segunda mano y me han dicho que no, que no me dan un coche nuevo. Que las
emisiones de mi coche son como las de los coches históricos, que contaminan un
huevo pero no pasa nada porque son muy pintorescos. Como me ha sonado a chunga,
les he dicho que no sabían con quién estaban hablando. Efectivamente, me han
contestado que no lo sabían. Lo voy a dejar pasar. Lo que verdaderamente me
preocupa es que el gobierno ha decidido que los bebés deben ir en los coches
con sus sillitas mirando al asiento de atrás. ¿Cómo demonios va a verme mi hijo
conducir? ¿Cómo voy a ganarme su admiración? A lo mejor se piensa que el Passat
tuneado es un coche futurista que se conduce solo y lo va diciendo por ahí… Hoy
he prometido que no hablaría de ese proyectito de país y lo he cumplido. Eso
sí, de mi confusión mental no me hago responsable. Vayan a reclamar al maestro
armero.
viernes, 2 de octubre de 2015
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