viernes, 22 de enero de 2010

RUBALCABA (22/01/2010)

Cuentan que Felipe González, recién llegado Zapatero a la presidencia del gobierno, llamó a la Moncloa con un consejo: “No prescindas de Rubalcaba”. Sabía bien lo que decía. Alfredo Pérez Rubalcaba había jugado un importante papel, como ministro y portavoz, en la última etapa del político sevillano. Un fiel escudero que se mantuvo firme hasta el final, cuando las cañas eran ya afiladas lanzas, en el epílogo de un período histórico que se descomponía, víctima del agotamiento y los errores de su protagonista. Quizá Zapatero no necesitaba ese consejo. Rubalcaba había dirigido con éxito la estrategia electoral que le hizo ganar las elecciones en 2004. Suya fue una frase que resultó decisiva en aquella noche fatídica del 13 de marzo, dos días después del gran atentado: “Los españoles merecen un gobierno que no les mienta”. En la crisis ministerial de 2006, Rubalcaba sustituyó a Alonso al frente del ministerio del interior. Hasta el campeón mundial del idealismo podía darse cuenta de que necesitaba un hombre como él en el gobierno. Su antítesis, su opuesto, su yang. Un doctor en químicas, práctico, al que los debates ideológicos no le quitasen el sueño. Y sobre todo, leal. Rubalcaba pertenece a esa rara avis de políticos cuyos jefes de partido perciben como mucho más inteligentes que ellos, pero que por alguna extraña razón no aspiran a desbancarlos. Dice un amigo que si Rubalcaba no fuera calvo, habría llegado a presidente. Tengo mis dudas. Creo que le sobra ironía y autoconocimiento, y le falta vanidad y capacidades interpretativas. Los populares han pedido estos días la dimisión del ministro, una vez más, por su implicación en el caso Faisán. Dudo que tengan éxito. Rubalcaba es caza mayor. Más que un faisán, es un venado de doce puntas. Y en el PP andan últimamente flojos de escopetas.

sábado, 16 de enero de 2010

DESCARGAS (15/01/2009)

“En este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira” Razón tenía el poeta, y lo he comprobado en mis propias carnes. Resulta que hoy había decidido comportarme como un artista. ¿Qué hace un artista en un día cualquiera?, se preguntarán. Básicamente, un artista atiende a las funciones fisiológicas y de interacción social propias de la especie humana, con dos particularidades. Una, no cumplir horario de trabajo alguno, y dos, introducir frecuentemente su nombre en internet para alimentar su ego, siempre necesitado de atención y afectos, y comprobar el impacto que sus creaciones están teniendo en la historia de la cultura universal. En esas estábamos, cuando tropecé con un descubrimiento sorprendente: doce mil personas se habían apropiado de mi última obra, en una página de descargas de internet. Ilegalmente. Sin pasar por caja. Sé lo que están pensando: ¿no será el Hombre del Faro un seudónimo de James Cameron? Lo desmiento rotundamente. Un servidor es artista modesto, de tercero sin ascensor, de andar por casa. Tan modesto que, enfrentado al latrocinio, se me partió el corazón. De la parte que cae más cerca del bolsillo de los dineros, surgieron insultos y exabruptos mientras me preguntaba por qué la Ministra de Cultura necesita pedir perdón por impulsar una ley pacata, que se limita a perseguir a aquellos que se enriquecen con el trabajo de los demás. La parte del ego, esa siempre necesitada de atención y afectos, sintió un calorcillo reconfortante. ¡Doce mil tipos se habían bajado mi película! Confundido y sin saber a qué atenerme, decidí visitar la nevera. Faltaba de todo. Por una extraña relación de ideas, mis pensamientos volaron de nuevo hacia la ministra... En nombre de la justicia, Sra. González-Sinde, no se arrugue.

sábado, 9 de enero de 2010

POLITICOS (08/01/2010)

Según una reciente encuesta, los políticos, su falta de preparación, de honradez, o simplemente de vergüenza, han pasado a ocupar el tercer lugar en la lista de preocupaciones de los españoles, por delante incluso del terrorismo. Conviene no engañarse en esta cuestión: España importa del extranjero el petróleo que le falta, por ejemplo, pero no los políticos. Estos son todos criados y engordados en territorio patrio. Por tanto, o en este país hemos tenido la increíble mala suerte de que todos los individuos torpes y de moral dudosa hayan venido a recaer en la profesión política, o simplemente, el sistema de recluta de hombres y mujeres para los asuntos públicos falla estrepitosamente. Como en las casualidades creo lo justo, me quedo con la segunda de las opciones. El asunto es complejo, y eso es una parte importante del problema. Sin un esfuerzo pedagógico importante, el sistema electoral es algo demasiado técnico para ser comprendido por el ciudadano medio, que bastante tiene, en los tiempos que corren, con llegar a fin de mes. Como el sistema actual beneficia a los grandes partidos, ellos son los últimos interesados en hacer ese esfuerzo y plantear reformas. El prototipo de político español es sumiso, mudo y complaciente cuando está abajo (“el que se mueve, no sale en la foto”, dijo Guerra hace treinta años), y engreído y déspota cuando está arriba. Mientras tanto, el ciudadano vive ajeno a las verdaderas luchas por el poder, que tienen lugar en las sedes de los partidos. Se limita a votar, cada cuatro años, por la lista cerrada que le presenta el partido de sus simpatías ideológicas. Rara vez sabrá el nombre del diputado que le representa por su provincia. Ni de que partido es. Como resultado de todo ello, la calidad de nuestra democracia es baja. La de nuestros políticos, también. Lo sorprendente sería que no lo fuera.

jueves, 7 de enero de 2010

QUERIDOS... (31/01/2010)

...Jaime, Teresa, Manuel, Mariano, Toño, Ramón, Conchita, Luis, Pascual, Yolanda, Carlos, Pilar, Charo, Santiago, Leticia, Sofía... Corren malos tiempos para la lírica navideña, la de las felicitaciones escritas con amor por los últimos amanuenses de la era digital. Enviar hoy un christma es algo tan improbable como hacer masa casera para pizzas, peinarse con raya o comprarse una televisión de tubo... Isabel, Julio, Ignacio, Alberto, Fernando, Pablo, Margarita, Raimundo, Eva... ¿Quiénes son sus crueles competidores, los asesinos sádicos del romanticismo? El correo electrónico y el sms. Ironías del progreso: cuanto más fácil nos pone las cosas la tecnología, más perezosos nos volvemos. Ahora que podemos contactar de inmediato con cualquier persona, en cualquier rincón del mundo, nos limitamos a enviar a cada integrante de nuestra libreta de direcciones un mensaje despersonalizado, de apariencia cariñosa, que deben compartir con decenas de destinatarios (no hay nada menos cariñoso que un mensaje cariñoso compartido a la fuerza) A veces recibimos mensajes de ex-amigos, ex-novias, ex-socios, o los enviamos por descuido a personas fallecidas... Mónica, Javier, Encarna, Cristina, Miguel, Lucía... Hasta el ingenio lo tomamos prestado: cada fin de año, para regocijo de las compañías de telefonía móvil, el éter se satura de mensajes de felicitación con toque picante o empalagoso sentimental, que se copian sin recato, en un alarde de originalidad. ¡Vade retro! Prefiero ver a Manolo Escobar en televisión cantando “Dónde estará mi carro”, con dolor de cabeza método champenoise, a recibir uno de esos engendros. Sensible que soy. Quiero un mensaje para mi solo. Quiero importar a alguien... Juan, María José, Marta, Rafael, Belén, Alejandra... Ustedes, queridos lectores, sí que me importan. Feliz año 2010.