viernes, 27 de junio de 2014

ROCK (27/06/2014)

Fueron los precursores de un nuevo estilo, el rock, porque supieron transformar la música que admiraban en algo diferente y rompedor. Hicieron de la provocación una seña de identidad de la banda, poniendo en solfa todos los valores de la conservadora sociedad británica. Abusaron generosamente de todas las drogas conocidas y se dedicaron a experimentar con las nuevas a medida que se inventaban. Y sin embargo, lo más increíble de la tortuosa biografía de los Rolling Stones es que sus miembros, 52 años después de la fundación del grupo... ¡siguen vivos! Y coleando, por supuesto. No tuve la suerte de asistir esta semana a su concierto en el Santiago Bernabéu pero, al parecer, Mick Jagger continúa dando saltos y recorriendo kilómetros por el escenario como si tratara de demostrar que las leyes del envejecimiento humano no van con él. Y lanzando una advertencia a la parroquia: id ahorrando otros cien euros de aquí a tres o cuatro años porque no tenemos intención de dejarlo. Al espectáculo del rock en grandes estadios no parece afectarle la crisis. Las entradas para ver a los dinosaurios de este género musical cuya muerte lleva anunciándose a bombo y platillo desde hace décadas, se agotan en cuestión de horas sin que el precio parezca importar demasiado. El problema vendrá cuando, inexorablemente, los supervivientes de estos grupos legendarios se muden para siempre a sus mansiones del monte Olimpo. La demanda de los fans, que no deja de crecer ante el temor de que, esta vez sí, sea la última, se encontrará con que la oferta rockera se reduce bruscamente a cero. Entonces, todo habrá acabado. Sin recambio a la vista, no concibo a los seguidores de los Rolling acudiendo a un concierto de Miley Cyrus. O a un festival de DJ Tiesto en los Monegros. Se quedarán en casa para siempre, abrazados a sus vinilos.

viernes, 20 de junio de 2014

FELIPE Y YO (20/06/2014)

Mide un metro y noventa y siete centímetros y me saca una generosa cabeza de altura, pero a pesar de esta y otras diferencias siempre me he sentido identificado con él. Haber nacido en el mismo año que el nuevo rey de España me garantiza haber visto los mismos dibujos animados, comido los mismos quesitos El Caserío y mamado el mismo ambiente setentero de un país de greñas y cuellos de camisa absurdamente largos que despertaba de la cutredad moral de una dictadura para caminar hacia un lugar que tenía que ser forzosamente mejor. Sí, ya sé que mis padres no son reyes ni hemos vivido en un palacio; que jamás recibí clases de vela en las islas Pitiusas; que nadie me matriculó en la Universidad de Georgetown y que mi carrera militar forzosa solo me alcanzó para ser cabo primero, fusilero pelotero, en un remoto cuartel pirenaico rodeado de entrañables charnegos que no habían acabado la EGB. Para qué seguir. Nos parecemos como un huevo a una castaña. Bueno, pues, aún así, cuando miro en los ojos de Felipe de Borbón sigo viendo a ese chaval algo tímido, con ganas de agradar, que aguanta los marrones de la vida con estoicismo porque nació en la generación más numerosa de la historia – se dice pronto -  que está bien educado y aprendió a respetar el principio de autoridad porque no había otro remedio, y para quien los tatuajes serán siempre cosa de marineros y ex-presidiarios. Estoy hablando de mí, y de millones como yo. Francamente, creo que a la princesa Leonor le espera un verdadero papelón. Porque si algún día llega a ser reina –en este país tan aficionado al aventurerismo político el uso del condicional es obligado–, lo tendrá muy difícil para igualar a su padre. Sí, soy consciente de que me he adelantado veinticinco años. Que nadie se escandalice. Un poco, solo un poco, sé de lo que estoy hablando.

sábado, 14 de junio de 2014

MALDITA TECNOLOGÍA (13/06/2014)

Dentro de poco, los artículos de prensa deberán ir acompañados de una marca de sangre de su autor, para garantizar que han sido escritos por la mano de un periodista y no por los algoritmos de un programa informático. Sé lo que estarán pensando, queridos lectores: me van a endosar la clásica noticia chorras, la que se mete al final de un periódico cargado de información de verdad, que suele ser poco divertida, para desengrasar las mentes y dejar buen sabor de boca. Pero esta vez se equivocan. El rotativo Los Angeles Times lleva tres meses utilizando un programa informático capaz de elaborar noticias de varios párrafos en cuestión de minutos, a partir de los datos que llegan a la redacción. Por ejemplo, sobre un terremoto. O sobre los partidos de fútbol del fin de semana. Gente solvente que las ha leído afirma que son indistinguibles de la clásica pieza de agencia de toda la vida. Por motivos similares, el gremio del taxi está que trina. Otro programita informático amenaza con disputarles una parte del negocio al convertir a particulares en taxistas improvisados a golpe de teléfono móvil. Alguien tendrá que regular administrativamente ese lío e impedir el intrusismo profesional a las bravas pero, aún así, las cosas no pintan bien para la comunidad taxista. Antes fueron los músicos, los cineastas, ahora también los escritores. ¿Quién será el siguiente? Hasta ahora, al pensar en un mundo futurista dominado por las máquinas, uno se consolaba imaginando que sería un robot con brazos y piernas el que le mandaría a la cola del paro. Con suerte, a lo mejor nos sonreía y se disculpaba con voz metálica. Pero los programas informáticos no piden disculpas. Se limitan a hacer ricos a los humanísimos seres que los conciben. Más vale que nos vayamos acostumbrando. Porque esto no hay quien lo pare.  

viernes, 6 de junio de 2014

FIEBRE REPUBLICANA (06/06/2014)

Abdica el rey Juan Carlos después de casi 40 años de servicio y a muchos les sube la fiebre republicana, tan alta, que hasta deliran. Ciertamente, no puede decirse que Cayo Lara haya sido alguna vez un apasionado monárquico, pero su comparecencia ante la prensa junto a una bandera tricolor de la II República constituyó un espectáculo grotesco. No ha estado solo. La izquierda española, desorientada desde la irrupción casi milagrosa de Pablo Iglesias en la escena política – solo le ha faltado aparecerse a unos pastorcillos en una cueva – se ha entregado a una apasionada exhibición de credenciales republicanas. Ahora resulta que todo el mundo es republicano pata negra desde el día en que lo destetaron. Menos mal que en el partido socialista todavía queda gente con la visión suficiente para darse cuenta del colosal error que sería abandonar el centro político. ¿Es lícito defender una forma de estado republicana? Por supuesto que sí, pero, por favor, ahórrense la demagogia barata. Oponer monarquía parlamentaria y democracia es una incongruencia grosera, equivalente a decir que Holanda, Suecia y Noruega son peligrosas dictaduras bananeras. El rey parlamentario no aprueba leyes, ni las propone, ni las veta. Su misión es únicamente representativa, simbólica y de relaciones públicas internacionales. Esto lo sabe hasta el más zángano de los alumnos de ciencias políticas. ¿Por qué entonces esa insistencia en tratar al personal como si fuéramos analfabetos políticos? Porque si abandonaran el argumento democrático, a los partidarios de la república no les quedaría otra que tratar de demostrar que esa misión representativa, no política, sería mejor desempeñada por alguien ajeno a la Familia Real. Alguien inevitablemente de derechas o de izquierdas. Una tarea mucho más difícil. Comprendo que les entre algo de pereza.