viernes, 22 de julio de 2011

EL COREANO (22/07/2011)

Es coreano del sur, y tiene todos los atributos de un triunfador: joven, bien parecido y un puesto como alto ejecutivo de una multinacional. La corresponsal de TVE se ha acercado hasta su empresa, en Seúl, para grabar una entrevista que ilustre el tema del reportaje del día. Al parecer, el gobierno coreano trata de fomentar entre sus ciudadanos la sana costumbre de tomarse vacaciones una vez al año, para fomentar el alicaído turismo interno. Nuestro joven triunfador afirma tenerlo todo perfectamente planeado. Dentro de cinco años se irá de vacaciones a España para asistir a la tomatina de Buñol, el sueño de toda su vida… Confío en que el apreciado lector sabrá mirar más allá de la anécdota, por muy surrealista que esta sea. Es decir, el hecho de que nuestro hombre eligiera como actividad vacacional la madre de todas las batallas tomateras en lugar del festival wagneriano de Bayreuth, por ejemplo, es algo completamente irrelevante. Lo decisivo es que el joven ejecutivo no tiene la menor intención de coger vacaciones en los próximos cinco años, y su caso no es nada excepcional. Los coreanos del sur comienzan a trabajar a las siete de la mañana, terminan a las diez de la noche, alternan, hacen amigos, son felices en la empresa, y no tienen necesidad aparente de dejar de serlo durante un mes al año. Me temo que estamos ante una diferencia cultural de tamaño XXL. Nosotros estamos convencidos de que nuestra forma de concebir el trabajo es más racional, más equilibrada… ¡pero ellos también! ¿Quién tiene razón? A estas alturas, ya no me atrevo a afirmar nada. Lo que sí es seguro es que esta peculiaridad oriental va a traer consecuencias. Corea del Sur iguala hoy a España en número de habitantes, PIB y renta per cápita. De momento. Si algo no cambia, los coreanos se nos van a comer con patatas. Untados en tomate.

viernes, 15 de julio de 2011

COBARDES (15/07/2011)

Cobarde es aquel que siente un miedo cerval, paralizante, defecador, pero no se atreve a reconocerlo. Cuando la patria despide a sus hijos que van a la guerra, el cobarde desfila junto al resto de las tropas con gesto marcial, orgulloso, engañando y engañándose, porque en su fuero interno sabe que al oír los primeros tiros huirá como un conejo. Estas reflexiones sobre la cobardía me asaltan en la ducha, a las ocho en punto, mientras suenan de fondo cencerros y voces angustiadas provenientes del televisor, que emite como cada mañana el encierro de sanfermín. ¡Qué flaco favor les ha hecho la televisión a los cobardes en los sanfermines! Antes de que los encierros se convirtieran en un espectáculo prime-time, con decenas de cámaras barriendo cada metro del recorrido, repeticiones a cámara lenta y comentaristas que narran la carrera de los mozos como si fuera el tour de Francia, los cobardes se amparaban en la confusión para esconder el miedo que les hacía correr lo más lejos posible del de negro, y tener la seguridad del vallado siempre al alcance de la mano. Para la clásica pregunta “¿Dónde estabas, que no te vi?”, el cobarde disponía siempre de un amplio repertorio de excusas: me caí, me empujaron, un cabestro me tiró, el toro me pasó rozando... Hoy en día, por culpa de la televisión, todo eso es historia. ¡Al cobarde se le ve! Sacudiendo el periódico ante la hornacina del santo, cantando, heroico, estético, engañando y engañándose, porque cuando suena el cohete corre como un ídem a refugiarse lejos de las astas de los toros... Como a él no parece importarle mucho, no sería lógico que me importara a mí. Hace tiempo que pienso que la televisión acabará con los encierros de sanfermín. Ahora estoy seguro de que la televisión nunca acabará con los cobardes.

viernes, 8 de julio de 2011

ALEMANIZARSE (08/07/2011)

Aquí en España podría parecer una broma de mal gusto, pero no lo es. La agencia alemana para el empleo – el inaem de allí – ha anunciado que, ante la persistente bajada de la tasa de paro – 6.9% de la población activa en el mes de junio - y la consiguiente pérdida de “clientes”, se ve obligada a la supresión de 10.000 puestos de trabajo en su plantilla de aquí a 2015. Por su parte, la CEOE alemana ha mostrado su preocupación por la falta de trabajadores cualificados para cubrir los 150.000 puestos vacantes que hay en la industria. Demonios, ¿en qué planeta vive esta gente? Para nuestro bochorno, compartimos el mismo continente. En España nos gusta sacar pecho por los triunfos deportivos, pero debemos arrastrar el sambenito infamante de estar a la cabeza de Europa en la siniestra competición del desempleo, con una tasa de más del 20%. Admitámoslo: estamos fracasando clamorosamente como país. Si ser joven y español significa estar condenado a no tener trabajo ni un proyecto de vida estable, no entiendo como no nos hacemos todos alemanes. Bueno, en realidad sí lo sé: porque la vida es demasiado corta para aprender alemán. Por tanto, ya que somos españoles los que no podemos ser otra cosa- Canovas del Castillo dixit- empecemos a actuar de una santa vez en este asunto. Todas las propuestas del gobierno, de la oposición (si es que llegaron a hacer alguna), de los sindicatos, han fracasado. ¡Intentemos otras! Drásticos cambios en la legislación laboral, por ejemplo. Alemanicémonos. Estos días, el portavoz de la agencia de empleo germana se mostraba pesimista sobre la posibilidad de convencer a diplomados españoles para que ocupasen los puestos de trabajo vacantes en Alemania. “No tenemos fama de país acogedor”, se quejaba. Ay, alma de cántaro, si tú supieras... Mañana empiezo a estudiar alemán.

viernes, 1 de julio de 2011

PRINCIPADOS (01/07/2011)

No me gustan las ciudades-estado. Al leer esto, cualquiera podrá deducir que mi cuenta bancaria no rebosa de dinero, y que tampoco colecciono chapas de Totus Tus con la efigie del Santo Padre. En efecto, los mini-estados europeos han acabado convertidos, con el paso de los siglos, en refugios para millonarios o de representantes de Dios en la tierra. –Nota para mi madre: tranquila mamá, hoy no critico al Papa. Solo hablo de príncipes-. Alberto de Mónaco se casa el próximo sábado con la ex-nadadora sudafricana Charlene Wittstock. Al menos, en teoría. Según el semanario parisino L´Express, la futura novia habría sufrido una crisis de fe conyugal hace unos días, y habría abandonado el principado para coger un vuelo sin retorno con destino a Sudáfrica. Al parecer, alguien logró convencerla en el aeropuerto de Niza de lo temerario de su decisión, y la novia a la fuga regresó a palacio. ¿Verdad o bulo periodístico? Quién sabe. La familia Grimaldi ha proporcionado tanta carnaza a la prensa del corazón en las últimas décadas, que uno puede legítimamente sospechar que estamos ante una opereta más bien mediocre, pero muy eficaz desviando la atención del mundo sobre la verdadera misión del Principado: ser un paraíso fiscal. ¿Se imaginan vivir en un país donde no se pague IRPF? Mónaco no es el único. Todos los estados ricos tienen uno cerca para que sus próceres guarden allí sus dineros, lejos de las garras de los inspectores. Ya sé que suena feo pero... ¿usted qué haría? ¿Residir patrióticamente en España y pagar el 45% de sus ingresos a la hacienda pública? En un mundo menos hipócrita no existirían esos porcentajes abusivos y confiscatorios, y los ricos no tendrían necesidad de estados-llavero para evadir impuestos. A lo mejor, se recaudaba más y los demás acabábamos pagando menos. Definitivamente, no me gustan los principados.