viernes, 27 de marzo de 2009

BIG BOTTLE (Mayo 2006)

Por una vez los ingleses demuestran que también saben traducir de forma literal y ridícula palabras de una lengua extranjera. Riamos a gusto porque, dado el escaso interés que muestran por aprender otros idiomas, se presentarán pocas oportunidades. El botellón, ¡qué gran desconcierto! Beber alcohol en la calle es una práctica legal o ilegal, dependiendo del lugar donde se viva. Es evidente que la concentración de jóvenes para consumir alcohol en un lugar público, supone la degradación de éste, en todos los sentidos. Por la suciedad, aunque se ponga todo el cuidado del mundo: servir cubatas en la acera o sobre un banco, por mucha experiencia que se tenga en el sector hostelero, supone acabar manchándolo todo. Por la alteración de la paz ciudadana. Ya conocen el clásico: exaltación de la amistad, cantos regionales, insultos a la autoridad... Si el asunto parece tan claro, ¿por qué las dudas sobre su prohibición? Porque las autoridades se muestran desorientadas a la hora de encontrar soluciones a problemas complejos, con distintos frentes. Por un lado, quieren paz y orden en las calles. Por otro, no encuentran forma legal de impedir que un joven de más de 18 años, elija la borrachera como pasatiempo principal de los fines de semana. El botellón en la calle es un problema de orden público y, al mismo tiempo, un problema social, pero ambos exigen soluciones diferentes, unas basadas en la represión y otras en la educación. No se pueden mezclar la labor del policía y la del trabajador social. La prohibición del botellón se justifica con las mismas razones por las que no está permitido hacer paellas con fuego de leña en la Plaza de España de Alcañiz u orinar en un portal. Con las ideas más claras de por qué se prohibe, es mucho más fácil aplicar la ley. Y todos lo agradeceríamos.

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