viernes, 27 de marzo de 2009

EXCAVADORA FILMS (Abril 2006)

Al atracador de la vieja escuela, con media en la cabeza, escopeta recortada en ristre, más le valdrá hacerse con un buen botín. Fuera de la prensa local, nadie le va a hacer ni caso. Pero si demuestra espíritu innovador, utiliza una excavadora, arrastra la caja fuerte por la calle y tala un par de árboles para evitar la llegada de los agentes de la ley, el mismísimo Matías Prats Jr. abrirá el telediario nacional cantando sus hazañas. Y por cierto, pondrá al pequeño pueblecito de la provincia olvidada en el mapa, que no hay mal que por bien no venga, aunque haya que esperar otros ¿veinte, treinta años? para que la voz musical de Matías -¿será ya doble o triple jr.?- vuelva a pronunciar su nombre. Vivimos en la cultura del entretenimiento. Si un atraco puede ser a la vez suceso y película de acción, con actores que se autofinancian sus representaciones, tenemos dos productos por el precio de uno. ¿Por qué los telediarios deben ser tan aburridos? Nuestro apetito por el pasatiempo, la imagen impactante, el chismorreo en general, parece no tener límite. En un ambiente de competencia feroz entre los medios, el espectador vive en un buffet libre de noticias superficiales, de enfoques que huyen del esfuerzo intelectual como de la peste. ¿Análisis?, ¿reflexión?, ¡huy que me aburro! La realidad se convierte en una mala película: los malos son malísimos y los buenos, que piensan exactamente como yo, son fabulosos... Afortunadamente no todo es tan sombrío. Para compensar, hoy disfrutamos de más fuentes de información rigurosa y plural que nunca en la historia. Además, por encima de la ley del mínimo esfuerzo, el ser humano siente una atracción irresistible hacia la verdad. Verdad global y con mayúsculas. Si no fuera así, ¿cómo habríamos superado todas las decadencias?

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