Lo dicen las estadísticas: las mujeres al volante sufren menos accidentes de tráfico que los hombres, y cuando los tienen son mucho menos graves. ¿Podemos concluir que las mujeres son mejores conductoras? Admitamos, señores, la dolorosa realidad: sí y mil veces sí. Pero... un momento. Este arranque de autocrítica de género no significa que me haya puesto una venda en los ojos. En lo que se refiere a conducción estricta, manejo del coche, realización de maniobras básicas etc..., creo que el hombre es mucho más hábil que la mujer. Señoras, respiren hondo, no se enfaden y sigan leyendo que habrá para todos. Esto es una apreciación personal, acientífica e indemostrable, una generalización cargada de injusticias. Qué le vamos a hacer. “Las mujeres tienen menos accidentes porque son más prudentes”, dice el saber popular. Sí pero, ¿por qué? Para la mujer, el coche es un vehículo para trasladarse de un lugar a otro. Simplemente. Para el hombre es mucho más: un lugar donde se pone a prueba su prestigio, su valentía y su masculinidad. En el ranking de los peores insultos que puede recibir un hombre, en el puesto número dos debería figurar: “Fulanito conduce fatal”. Cuando su orgullo está en juego, el conductor varón hace las mayores tonterías al volante. Por ejemplo, si sospecha que su conducción podría ser interpretada como cobarde o falta de decisión, es capaz de realizar un absurdo adelantamiento y jugarse la vida. En resumen, como la carretera no tiene nada que ver con los rallies, la superioridad emocional de las mujeres al volante las convierte en mejores conductoras que los hombres. Ahh! Qué peso de encima me he quitado. Ya casi no me importa reconocer que como conductor soy bastante flojito ¿A quién le importa?
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