viernes, 21 de septiembre de 2012

QUIZÁS (21/09/2012)

Hace quinientos años, una noticia como ésta habría provocado una conmoción inimaginable. Se habrían convocado concilios, dictado bulas, y es más que probable que, para dar carpetazo al asunto, la Santa Inquisición habría acabado aplicando el tormento a un buen puñado de infelices. Cómo cambian los tiempos. Ante el descubrimiento de un pequeño trozo de papiro del siglo II que afirma que Jesús estaba casado, y que su esposa/discípula se llamaba María, el Vaticano ha reaccionado de la misma forma en que lo haría cualquiera de las estatuas de mármol que habitan su micro-estado: con un silencio sepulcral. No le faltan razones para ello. Esta vez no se trata de un best-seller o de una película con Tom Hanks, productos de consumo de masas fácilmente desacreditables. En esta ocasión, la información proviene de una reputadísima investigadora de la Universidad de Harvard, Karen L. King, y ha sido publicada por The New York Times. Me pongo en el lugar de los actuales padres de la Iglesia y no me cuesta esfuerzo comprender su reacción: después de 2.000 años de defensa del celibato y de la marginación absoluta de la mujer de cualquier instancia de poder dentro de la institución, iniciar un debate sobre la justificación de estas prácticas debe dar, como mínimo, una pereza brutal. A quien tenga tiempo y ganas, le recomiendo la lectura del informe sobre el manuscrito, que es fácil de encontrar en internet. A lo largo de sus cincuenta páginas, la profesora King analiza el hallazgo con extremada prudencia y precisión científica. Sin embargo, en el último párrafo, ya no es capaz de contenerse y se pregunta: ¿es posible que ese trozo de papiro acabara en el cubo de la basura porque contradecía las verdades que, en un momento dado, se decidió “establecer”? La respuesta es otra vez prudente, pero reveladora: quizás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario