viernes, 5 de abril de 2013

PREFERENTES (05/04/2013)

El engaño comienza con el mismo nombre: las participaciones preferentes emitidas por bancos y cajas de ahorros no tienen nada de preferentes. Todo lo contrario. Sus poseedores se encuentran con el culo al aire si las cosas vienen mal dadas. Más engaños: las preferentes son un producto de inversión y no de ahorro, circunstancia que se disfrazó a sus incautos compradores que pensaron que estaban contratando algo similar a un plazo fijo y que podrían recuperar su dinero en cualquier momento. Se argumenta ahora que se trata de un producto financiero complejo, poco aconsejable para inversores poco avezados. ¿Por qué se ofreció entonces al ciudadano de a pie, con claro abuso de confianza por parte del personal de las oficinas? Esto no se dice tan a menudo: porque los inversores de verdad no querían saber nada de un producto sospechoso, conocedores del olor a podrido que despedían muchas cajas de ahorros, entrampadas en la burbuja inmobiliaria. En algunos casos, las mismas instituciones –sus directivos, no el personal de oficina- sabían que estaban vendiendo un producto financiero del que muy pronto no podrían responder ni pagar rentabilidades de ninguna clase. ¿Por qué lo hicieron? Porque necesitaban liquidez, y no una liquidez cualquiera. Necesitaban desesperadamente fondos que pudieran contabilizar en sus balances como recursos propios, para cumplir así con los famosos tests de resistencia. Sí, esos que hicieron exclamar a todo un presidente del gobierno que teníamos “el mejor sistema financiero de la comunidad internacional”. Una gigantesca estafa. Un tocomocho de guante blanco. Si no se encuentra una solución justa para los afectados, la mancha de la vergüenza nos alcanzará a todos. Porque está en juego la credibilidad del sistema, del país entero. Como si no tuviéramos ya bastantes problemas.

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