domingo, 8 de enero de 2017

GEORGE MICHAEL Y YO (08/01/2017)

A mediados de los 80, un servidor estaba en el apogeo de su adolescencia. Aquello fue fugaz como un chaparrón de verano pero de una intensidad irrepetible. Hoy brindas con una copa de cava, mañana te vas de vacaciones a la playa y al otro llevas unas gafas bifocales y te das cuenta, horrorizado, de que has consumido media vida sin enterarte. A mediados de los 80 las cosas eran distintas. Todos los días contaban, porque en cualquiera de ellos podían suceder cosas trascendentales: enamorarse, conocer a nuevos amigos o conectar con otros a los que nunca habías prestado demasiada atención pero que acabarían convirtiéndose en hermanos para el resto de tu vida.
Nosotros éramos mods. Despreciábamos la música comercial y escuchábamos a los Beatles, los Who y los Jam como si fuesen la Santísima Trinidad. Aunque secretamente pudiéramos tararear canciones de la banda sonora de "Flashdance", poníamos buen cuidado en que nadie nos viese; los mods, como todas las tribus urbanas de la época, eran más intolerantes que la Inquisición, y cualquiera que se desviase del soul, el ska o el rhythm and blues, podía ser señalado por los sumos sacerdotes del movimiento con el peor de los insultos: el de ser un "plástico", un mod de segunda, un don nadie. Si entramos en el capítulo de la indumentaria la cosa se ponía aún peor. Una parka sin pico o un traje de dos botones te convertía en invisible para los mods divinos o en la diana de algún editorial sarcástico en el fanzine de moda. Por suerte, todo este estalinismo "quadrophenico" tenía lugar de puertas afuera del grupo de mis amigos íntimos, donde primaba la amistad por encima de las ortodoxias.
A pesar de ser unos mods "moderados", un grupo de nombre tan empalagoso como Wham!, cuya música sonaba con frecuencia en aquellas sesiones sudorosas de discoteca, seguía siendo inaceptable. Sus componentes, George Michael y Andrew Ridgeley, parecían recién salidos de una peluquería de señoras, y el hecho de que el 95% de sus fans fueran chicas al borde de la histeria no hacía mucho por la causa, teniendo en cuenta que los mods éramos esencialmente chicos que escuchábamos música tocada por chicos. Probablemente había algo de envidia en todo aquel desprecio.
El tiempo pasó, vendí la Vespa y dejé la parka en un rincón del armario, solo para las grandes ocasiones. El mismo descaro que tuve para ir contracorriente y abrazar una música y una estética que pertenecía más a la generación de mis padres que a la mía, lo empleé luego para abrirme a otros gustos, sin ningún sonrojo. Y llegué hasta George Michael. Seguí su carrera en solitario desde principios de los 90 con el mundialmente aclamado "Faith", y fui definitivamente conquistado por "Listen without prejudice" - imposible un título más apropiado - con el que se ganó mi respeto y mi admiración como productor, compositor e intérprete. Para siempre.
La noticia de su muerte, el pasado día de Navidad, fue triste e inesperada. Todos los titulares recogieron puntualmente su edad - 53 años - porque nadie pudo resistirse a apuntalar el mito que nace de una muerte prematura. Algunos imprudentes alardearon diciendo que ellos ya sabían que no le quedaba mucho. Demasiados excesos, aclaraban. Cualquiera sabía de las turbulencias de la vida de George Michael, vaya obviedad, pero, ¿quién lo conocía realmente? Sus amigos más próximos, su familia, y ellos hablan con cariño de él. Me alegro de que sea así. Porque este viejo mod lo admiraba. Y no ha podido resistirse a rendirle un homenaje.

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