miércoles, 6 de diciembre de 2017

C + C = F (03/12/2017)

En plena resaca del Black Friday y con la Navidad casi a la vista, cortesía de los grandes almacenes que encienden las bombillas cada año un poco antes, tengo el placer de presentarles la fórmula magistral de mi invención, C + C = F. Admito que su parecido con la nomenclatura de los gases clorofluorocarbonados no es demasiado estética pero, como fórmula, es tan fácil de memorizar que ni el alumno más zángano perdería un minuto en escribirla en la palma de la mano para copiar en el examen. No prolongaré más el misterio, querido lector: Consumo más Creatividad, igual a Felicidad. 
Que nadie se alarme. No tengo intención de caer en lugares comunes sobre los peligros de nuestra civilización consumista y sus excesos. Si me limitara a escribir lo que ya pensaron unos y repitieron otros hasta la saciedad, más me valdría poner a la venta este faro y dedicarme a otra cosa. Para empezar, yo quería que la primera C de mi fórmula respondiese al término "consumismo". El problema es que la mala conciencia de la civilización occidental ha hecho que el diccionario lo defina como "tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes, no siempre necesarios", y que no exista otro término menos negativo. Irónicamente, en la sociedad humana que más consume de la historia, consumir no está bien visto, por mucho que se trate de una actividad esencial para la supervivencia. Lo contrario del consumo es la anorexia, la inanición, o dicho con esa palabra terrible que ha diezmado poblaciones y quitado el sueño a nuestros semejantes desde la noche de los tiempos, el hambre. La derrota casi definitiva de esta espantosa plaga puede considerarse el triunfo más resonante de nuestra civilización, con mucha diferencia. Lo justo y decente sería compartir esta victoria con cada ser humano sobre la tierra, pero permítanme la frivolidad de pasar de largo por este vergonzoso asunto para regresar a mi fórmula. Lo que intento decir es que no hay nada esencialmente malo en consumir. El problema, si se quiere alcanzar la soñada F, es que el Consumo debe ser complementado con la otra C, la Creatividad, y aquí reside la bendita madre del cordero. 
Se tiende a confundir la creatividad con lo artístico, que es solo una categoría. Por eso muchos ignoran que se puede ser un gran creador sin apuntarse a un curso de acuarela o de escritura creativa. Tal y como yo lo entiendo, crear consiste en cualquier actividad humana única y original, es decir, la que podamos realizar cualquiera de nosotros, seres únicos e irrepetibles en la inmensidad del Cosmos, pero con el requisito esencial de que se proyecte hacia los demás, hacia el prójimo, el que está cerca. Y el que está lejos también. ¡Entonces la vida está llena de posibilidades "creativas"! Por descontado. No estamos aquí para que la Felicidad sea una quimera inalcanzable. Cultivar la amistad, el amor familiar, participar en una buena conversación, son actividades altamente creativas que satisfacen la C mayúscula de nuestra fórmula. Cultivarse a uno mismo con el aprendizaje o la lectura de un buen libro también es creatividad de alto octanaje, porque refuerza los aspectos positivos de nuestra personalidad que acabaremos "volcando" en los demás. Incluso pasar la tarde de compras, buscando "bienes no siempre necesarios" para regalar a los que más queremos, pertenece más a la segunda C que a la primera. Consumamos pues sin temor, pero Creemos y compartamos. No se me ocurre mejor manera de pasar el largo y frío invierno que nos aguarda. Sean Felices.   
 

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