domingo, 25 de febrero de 2018

BAGNÈRES-DE-LUCHON (18/02/2018)

Vivimos en una sociedad infantilizada a la que le cuesta asumir responsabilidades. La culpa de todo siempre la tiene el sistema, o los políticos, que sustituyen a nuestros padres en la difícil tarea de cargar con nuestros errores o, simplemente, con contingencias de la vida como puede ser una nevada copiosa, pásmense, en pleno invierno. Cuando algo así ocurre, a los gestores de la cosa pública les cae un chaparrón de críticas: que no nos advirtieron, que no había máquinas suficientes, que qué pasa con la sal… Como resultado, los responsables de turno se curan en salud y nos abrasan con avisos de todos los colores por bajas temperaturas, nieve o fenómenos costeros. Ya solo falta que el hombre del tiempo nos recuerde que nos tenemos que poner el pasamontañas, como hacía mi madre. 
Con este panorama, a uno se le ocurre decir que se va a Bagnères-de-Luchon en coche - ¿con la que está cayendo? ¿te has vuelto loco? - y le entra la duda de si ha dicho Luchon, en el Pirineo francés, o Tora Bora, en las montañas de Afganistán infestadas de talibanes. Te echas a la carretera tan tenso que a la altura de Barbastro tienes los dedos insensibles de lo fuerte que estás agarrando el volante, en Benabarre te empiezas a relajar, y al llegar a Viella ya estás convencido de que las carreteras están limpias y de que vas a llegar a tu destino de una pieza. 
A mí Bagnères-de-Luchon siempre me recuerda al Tour de Francia, pero en invierno, en esta estación de esquí con aires de balneario, uno tiene la posibilidad de asistir al Festival de creaciones televisivas de Luchon, uno de los más estimulantes de su género. Aquí se hace muy visible la gran revolución de las plataformas digitales que está poniendo patas arriba el sector. En la sección competitiva del festival dedicada a las series españolas se presentó “La Casa de Papel”, producida por Antena 3 e incorporada a la plataforma Netflix. Acudieron el productor, la guionista y Pedro Alonso, uno de los actores principales. Lo que este último no podía imaginar es que entre el público francés, que le conocía gracias a la distribución mundial de la serie a través de Netflix, tenía a un numeroso club de fans que se habían hecho camisetas con su cara. 
En Luchon, lo español siempre tiene presencia. Otro momento culminante de la edición de este año fue la proyección de “Pau Casals, la força d´un silenci”, una estupenda película que narra la conmovedora historia del violonchelista catalán, exiliado en Francia tras la guerra civil, y su compromiso con el retorno de la democracia a Cataluña y a España entera. Dirigida por Manuel Huerga, acudió a Luchon de la mano del entusiasta productor Francesc Escribano, un catalán que me reconciliaría con lo catalán si tuviera necesidad de ello. No es el caso. Los aragoneses hemos venido con una nutrida representación institucional (Aragón Film Commission), de la Televisión Autonómica, productoras (EA) y entidades de formación (CPA Salduie y Universidad San Jorge), y nos hacemos oír en el foro de coproducción que coordinan José Angel Delgado y William Abello. 
Tras dos días memorables, regreso a casa por donde he venido. Las carreteras vuelven a estar perfectamente transitables a pesar de la nevada del día anterior que casi entierra mi coche en las calles de Luchon. Prodigios de la modernidad. Al poner un pie en Zaragoza llego a la conclusión de que el verdadero “peligro” meteorológico lo tenemos en casa. Para enfrentarse a él no hacen falta cadenas. Sopla en el valle del Ebro y se llama cierzo.  

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