sábado, 28 de marzo de 2009

GROUCHO Y LOS ANDALUCES (Septiembre 2006)

El nuevo preámbulo del Estatuto andaluz proclama “la realidad nacional de Andalucía como una nacionalidad”. Su artículo 1 alude a “la unidad de la nación española”, y declara que “Andalucía, como nacionalidad histórica, se constituye en Comunidad Autónoma”. A partir de la quinta repetición del término nación o cualquiera de sus derivados, corro el riesgo de que mi columna vaya a parar al limbo de los artículos de prensa que nadie lee: miles de palabras huérfanas que ya sólo aspiran al privilegio de envolver un bocadillo o a recibir las gotas de esmalte de la ventana que queríamos pintar antes de que llegaran los fríos. Porque me parece que la gente empieza a estar cansada de que los políticos mareen tanto la perdiz con el tema de los estatutos. “La parte contratante de la primera parte”...¿no será el preámbulo andaluz un homenaje a Groucho Marx? Como la vida es un gran calcetín, siempre queda el recurso de darle la vuelta para intentar ver el lado positivo del asunto: si la clase política ocupa su tiempo en reflexiones metafísico-nacionales de este calibre, nuestros problemas no pueden ser demasiado graves. ¿Se imaginan a Winston Churchill en 1940, con los nazis a las puertas, diciendo en un discurso radiofónico “la realidad nacional de todas las nacionalidades..”? Lo habrían corrido a gorrazos. Aquí en España, crear naciones se va a convertir en el pasatiempo... nacional, claro. Es una fantástica manera de perder el tiempo pero yo me quedo con los sudokus y las sopas de letras, que son inofensivas. Manosear los sentimientos de la gente azuzando las diferencias regionales, modus operandi del nacionalismo, es egoísta, mezquino e insolidario. Ojala todo fuese una broma. Te echo de menos, Groucho.

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