sábado, 28 de marzo de 2009

JUGUETES (Noviembre 2006)

Ya está en mi poder. Ciento setenta páginas de papel couché, con todos los juguetes imaginables para pedir a los Reyes Magos estas Navidades. Tengo lectura de w.c. para varias semanas. Los responsables del centro comercial que ha editado este catálogo enciclopédico piensan en todo: han llenado la segunda página de renglones vacíos con el encabezamiento “Queridos Reyes Magos”. Para que al niño no le falle la memoria y los padres tengan que administrar forzosamente una de las primeras lecciones de la vida a sus retoños: en este mundo no podemos tener todo lo que nos gustaría.
El plástico sigue siendo el rey. Están las playstations, los ordenadores peque-mouse y toda la quincalla electrónica propia de los tiempos, pero el juguete de plástico brillante desmembrable en miles de piezas, pesadilla de todos los padres que un día supieron qué era una casa ordenada...sí, ese juguete sigue en plena forma. Plástico a precio de oro. Pedir por un peluche “Mi chimpa mimoso” cuarenta y cinco mimosos euros...sí, ya se que le gusta dar grandes abrazos y comer él solito con su biberón-platano, pero me sigue pareciendo demasiado. Las niñas todavía juegan a limpiar la casa y a las muñecas, aunque ahora tengan nombres como Baby Pirulín Pipí (sí, el pirulín es exactamente lo que todos estamos pensando). Los niños siguen regentando estaciones de servicio y jugando a ser los mega-delta-action man. Si este catálogo llega a manos de alguien del Instituto de la Mujer pronostico un gran soponcio. Qué buen rato estoy pasando. Sentado en mi trono, hojeando la sección “Vehículos para montar y correpasillos”, a punto de cumplir los cuarenta años, me viene un chispazo de sabiduría: en el futuro voy a tomarme menos en serio.

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