sábado, 28 de marzo de 2009

POPULISTAS (Noviembre 2006)

Es como el timo del tocomocho: aunque todo el mundo lo conoce, sigue engañando a incautos. El populismo ha existido en todas las épocas, pero en la Marbella de fin de milenio vivió una verdadera edad de oro. Todo por el pueblo, decían. Para gobernar bastaba con saber las cuatro reglas y encontrar soluciones sencillísimas a los problemas más complejos. La cultura y el buen gusto se cambiaban por un jacuzzi en el jardín y un tanga de leopardo. ¿De dónde han salido Julián Muñoz, Marisol Yagüe, Juan Antonio Roca y demás personajes de la operación Malaya? Todos de la misma escuela, la de Jesús Gil y Gil, que los reclutó uno a uno para crear su chiringuito político. Durante más de una década, el famoso presidente del Atlético de Madrid fue el bocazas nacional. Despotricando a diestro y siniestro consiguió convencer a muchos de que el sistema estaba podrido y de que sólo individuos como él, gentes del pueblo que se habían hecho a sí mismas, tenían la integridad para regenerarlo. Al final resultó que el corrupto era él, y todos los que le rodeaban.
En la clase política española hay personajes más o menos atractivos, más o menos brillantes, en todos los partidos. Pero al lado de estos figuras de la corte de los milagros marbellíes, cualquiera de nuestros políticos de toda la vida refulge de limpieza y honestidad. Es difícil imaginarlos llevándose el dinero en bolsas de basura. Aunque soy bastante pesimista al respecto, espero que hayamos aprendido la lección. La próxima vez que nos quejemos amargamente de nuestros políticos, alguien debería recordarnos que es preferible un profesional honrado a un puñado de salvadores del pueblo.

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