sábado, 28 de marzo de 2009

TODOS SOMOS EVA (Octubre 2006)

Eva regresaba a casa. Apenas escuchó la voz que le habló desde una sombra. El puño avanzó como un relámpago y sintió un dolor agudo en el rostro, antes de desplomarse y perder el sentido. Cuando despertó se encontraba en una ambulancia, tenía la mandíbula rota y le faltaban la mitad de los dientes. Había sido víctima de lo que se denomina, en frío lenguaje jurídico, un robo con violencia.
Para medir el grado de desarrollo de un país, debería incluirse una variable, poco científica, pero muy reveladora: el trato que reciben las víctimas, en el más amplio sentido de la palabra. El individuo afectado por una enfermedad, una catástrofe natural, una expropiación forzosa o un delito. La respuesta legal, emocional y económica que sea capaz de ofrecer una sociedad, será una prueba inequívoca de su grado de madurez. El caso de Eva me ha convencido de que, en España, tenemos todavía un camino que recorrer. El presunto agresor ya ha sido detenido. Bendita eficacia. Magrebí, 30 años, su foto figuraba en los archivos de la policía. Me pregunto por qué no hubo procedimiento legal para expulsarlo del país. Eva se recupera en un hospital de la Seguridad Social, pero la sanidad pública no se hará cargo de los 6000 euros de su arreglo dental. Una secuela económica a añadir a las físicas y a las morales.Solo la familia, los amigos y su fuerza interior harán que Eva recupere la confianza, herida por una violencia tan injusta. Pero la sociedad no puede mirar hacia otro lado. Tenemos el deber de comprender, de proteger, de sostener a Eva. A ella y a todas las víctimas, presentes y futuras. Porque todos somos Eva.

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