jueves, 7 de enero de 2010

QUERIDOS... (31/01/2010)

...Jaime, Teresa, Manuel, Mariano, Toño, Ramón, Conchita, Luis, Pascual, Yolanda, Carlos, Pilar, Charo, Santiago, Leticia, Sofía... Corren malos tiempos para la lírica navideña, la de las felicitaciones escritas con amor por los últimos amanuenses de la era digital. Enviar hoy un christma es algo tan improbable como hacer masa casera para pizzas, peinarse con raya o comprarse una televisión de tubo... Isabel, Julio, Ignacio, Alberto, Fernando, Pablo, Margarita, Raimundo, Eva... ¿Quiénes son sus crueles competidores, los asesinos sádicos del romanticismo? El correo electrónico y el sms. Ironías del progreso: cuanto más fácil nos pone las cosas la tecnología, más perezosos nos volvemos. Ahora que podemos contactar de inmediato con cualquier persona, en cualquier rincón del mundo, nos limitamos a enviar a cada integrante de nuestra libreta de direcciones un mensaje despersonalizado, de apariencia cariñosa, que deben compartir con decenas de destinatarios (no hay nada menos cariñoso que un mensaje cariñoso compartido a la fuerza) A veces recibimos mensajes de ex-amigos, ex-novias, ex-socios, o los enviamos por descuido a personas fallecidas... Mónica, Javier, Encarna, Cristina, Miguel, Lucía... Hasta el ingenio lo tomamos prestado: cada fin de año, para regocijo de las compañías de telefonía móvil, el éter se satura de mensajes de felicitación con toque picante o empalagoso sentimental, que se copian sin recato, en un alarde de originalidad. ¡Vade retro! Prefiero ver a Manolo Escobar en televisión cantando “Dónde estará mi carro”, con dolor de cabeza método champenoise, a recibir uno de esos engendros. Sensible que soy. Quiero un mensaje para mi solo. Quiero importar a alguien... Juan, María José, Marta, Rafael, Belén, Alejandra... Ustedes, queridos lectores, sí que me importan. Feliz año 2010.

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