sábado, 16 de enero de 2010

DESCARGAS (15/01/2009)

“En este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira” Razón tenía el poeta, y lo he comprobado en mis propias carnes. Resulta que hoy había decidido comportarme como un artista. ¿Qué hace un artista en un día cualquiera?, se preguntarán. Básicamente, un artista atiende a las funciones fisiológicas y de interacción social propias de la especie humana, con dos particularidades. Una, no cumplir horario de trabajo alguno, y dos, introducir frecuentemente su nombre en internet para alimentar su ego, siempre necesitado de atención y afectos, y comprobar el impacto que sus creaciones están teniendo en la historia de la cultura universal. En esas estábamos, cuando tropecé con un descubrimiento sorprendente: doce mil personas se habían apropiado de mi última obra, en una página de descargas de internet. Ilegalmente. Sin pasar por caja. Sé lo que están pensando: ¿no será el Hombre del Faro un seudónimo de James Cameron? Lo desmiento rotundamente. Un servidor es artista modesto, de tercero sin ascensor, de andar por casa. Tan modesto que, enfrentado al latrocinio, se me partió el corazón. De la parte que cae más cerca del bolsillo de los dineros, surgieron insultos y exabruptos mientras me preguntaba por qué la Ministra de Cultura necesita pedir perdón por impulsar una ley pacata, que se limita a perseguir a aquellos que se enriquecen con el trabajo de los demás. La parte del ego, esa siempre necesitada de atención y afectos, sintió un calorcillo reconfortante. ¡Doce mil tipos se habían bajado mi película! Confundido y sin saber a qué atenerme, decidí visitar la nevera. Faltaba de todo. Por una extraña relación de ideas, mis pensamientos volaron de nuevo hacia la ministra... En nombre de la justicia, Sra. González-Sinde, no se arrugue.

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