sábado, 18 de diciembre de 2010

EXPULSADOS DEL PARAÍSO (17/12/2010)

En la vida de toda persona existen ramales biográficos que se cortaron abruptamente, carreteras hacia experiencias personales que nunca llegaron a su destino y trenes que pasaron de largo sin detenerse. Bueno, en realidad, algunos sí se detuvieron, pero alguien nos puso la zancadilla en el andén o simplemente no nos decidimos a subir. Hace diez años, estuve a punto de convertirme en controlador aéreo. Sí, sí, como lo leen. Después de acudir a un remoto lugar del inhóspito extrarradio madrileño al que no sabría regresar aunque me aplicaran tormento, y permanecer allí cinco horas haciendo absurdos ejercicios psicotécnicos, logré pasar con éxito la primera de las pruebas de acceso. Unas semanas después, hice lo propio con el examen de inglés. La última prueba consistía en una entrevista personal. Me presenté allí con mis mejores galas y mantuve un encuentro cordial con un personaje muy serio, encargado de evaluar en diez minutos mis aptitudes mentales para el oficio de controlador. Por aquel entonces, yo tenía el lomo tan apaleado por exámenes de oposición infinitamente más complicados, que aquello me parecía un juego. No acababa de comprender que aquel entrevistador era en realidad el guardián de las puertas de un paraíso terrenal: sueldos millonarios sin apenas trabajar. La noticia del suspenso no me cogió por sorpresa. Demasiado fácil. No podía ser. Luego descubrí que todos los aprobados tenían una recomendación de algún controlador y que el sistema funcionaba con una endogamia brutal. Me habían tomado el pelo, pero continué con mi vida sin grandes amarguras. Diez años después, les ha tocado a ellos: los controladores han sido expulsados del paraíso. No me alegro por su desgracia, ni tengo entre las manos la soga de un tal Lynch. Simplemente, me libré.

No hay comentarios:

Publicar un comentario