viernes, 10 de diciembre de 2010

PISA (10/12/2010)

La torre está inclinada, aunque nadie parece dispuesto a reconocerlo. El informe Pisa, que cada tres años evalúa el nivel académico de los alumnos de secundaria en 65 países de la OCDE, vuelve a dejar a España en mitad de la tabla, con cifras en competencia lectora, científica y matemática por debajo de la media. La noticia ha tenido menos impacto que otros años. Desde la publicación del primer informe en el 2000, la posición de nuestro país se ha estancado y la sociedad española parece resignada a aceptar que nuestros adolescentes no son los más listos de la clase. Existe un problema añadido: en España, educación y política son casi incompatibles. La primera necesita consenso social a largo plazo y la segunda, por la pobreza de miras de quienes la ejercen, es incapaz de proporcionárselo. Como resultado, tenemos unas cifras de fracaso escolar que asustan y un nivel educativo que nos sitúa en una mediocridad impropia de un país que aspira a figurar entre las economías más avanzadas del mundo. ¿Deberíamos imitar a los países asiáticos? Nuestro ministro de Educación afirma no envidiar los resultados de algunos de ellos, como Corea del Sur, basados en la competitividad extrema. Quizá tenga razón. Sin embargo, tengo la impresión de que en España, muy especialmente en las Comunidades Autónomas de menor renta, predomina una actitud que reniega de la competitividad, casi abúlica, gracias a la pasividad de las autoridades educativas competentes. Repetir curso no debería ser una anécdota. Es un fracaso. No definitivo, ni estigmatizante, pero un fracaso. Las pizarras digitales, las aulas informatizadas, son magníficas, pero no resuelven el problema. Potenciar el orgullo y la autoestima de los alumnos podría llegar a ser una medida mucho más efectiva.

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