viernes, 15 de julio de 2011

COBARDES (15/07/2011)

Cobarde es aquel que siente un miedo cerval, paralizante, defecador, pero no se atreve a reconocerlo. Cuando la patria despide a sus hijos que van a la guerra, el cobarde desfila junto al resto de las tropas con gesto marcial, orgulloso, engañando y engañándose, porque en su fuero interno sabe que al oír los primeros tiros huirá como un conejo. Estas reflexiones sobre la cobardía me asaltan en la ducha, a las ocho en punto, mientras suenan de fondo cencerros y voces angustiadas provenientes del televisor, que emite como cada mañana el encierro de sanfermín. ¡Qué flaco favor les ha hecho la televisión a los cobardes en los sanfermines! Antes de que los encierros se convirtieran en un espectáculo prime-time, con decenas de cámaras barriendo cada metro del recorrido, repeticiones a cámara lenta y comentaristas que narran la carrera de los mozos como si fuera el tour de Francia, los cobardes se amparaban en la confusión para esconder el miedo que les hacía correr lo más lejos posible del de negro, y tener la seguridad del vallado siempre al alcance de la mano. Para la clásica pregunta “¿Dónde estabas, que no te vi?”, el cobarde disponía siempre de un amplio repertorio de excusas: me caí, me empujaron, un cabestro me tiró, el toro me pasó rozando... Hoy en día, por culpa de la televisión, todo eso es historia. ¡Al cobarde se le ve! Sacudiendo el periódico ante la hornacina del santo, cantando, heroico, estético, engañando y engañándose, porque cuando suena el cohete corre como un ídem a refugiarse lejos de las astas de los toros... Como a él no parece importarle mucho, no sería lógico que me importara a mí. Hace tiempo que pienso que la televisión acabará con los encierros de sanfermín. Ahora estoy seguro de que la televisión nunca acabará con los cobardes.

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