viernes, 23 de septiembre de 2011

NOBLES (23/09/2011)

La guillotina revolucionaria intentó acabar con ellos sin conseguirlo. Otros métodos menos sanguinarios como el principio de igualdad o el impuesto sobre la renta tampoco tuvieron más éxito. A la nobleza de sangre – los condes, duques y demás familia – se vino a sumar la nobleza mercantil – plebeyos que lograron acumular grandes fortunas gracias a su talento, audacia o falta de escrúpulos. La cuestión es que el número de individuos que consiguieron legar a sus descendientes un patrimonio que nunca podrán gastar del todo, no ha dejado de crecer con el paso de los siglos. Libres de la tarea bíblica que ocupa las vidas de la mayoría de los mortales -ganarás el pan con el sudor de tu frente- los nobles, los pijos, los herederos, tienen ante sí un reto formidable, del que muy pocos salen airosos. ¿Qué hago con mi vida? Pasatiempos tradicionales como la caza o la persecución de doncellas, u otros más actuales como las fiestas en yate sobre aguas ibicencas, acaban cansando a cualquiera. Cuando la decadencia amenaza con devorarlos, algunos sucumben a la tentación última: enzarzarse en peleas familiares por la herencia. ¿Puede haber algo más atractivo para la plebe que ver a sus señores sufrir como si fueran seres humanos normales? España asiste estos días expectante a las disputas en el seno de la casa de Alba por la inminente boda de la duquesa, de 85 años, con un funcionario de la seguridad social de 61. Por su parte, la baronesa Thyssen y su hijo Borja continúan su enfrentamiento implacable bajo la atenta mirada de Blanca, la nuera de la discordia. Sufrimientos de carne y hueso, aunque lleven colgados un Louis Vouitton. “¡Pero si tienen la vida resuelta!”, dicen algunos. ¡Ja! La vida solo está resuelta cuando te meten en una caja y alguien cierra la tapa. ¿Nobles? No los envidio. Te lo juro por Christian Dior.

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