viernes, 22 de marzo de 2013

ESCEPTICISMO (22/03/2013)

El rasgo más acusado del temperamento español es el apasionamiento. Cuando interioriza una actitud o una idea la sigue hasta sus últimas consecuencias, aunque estas le acerquen peligrosamente a la destrucción. En un arrebato de religiosidad inventamos la Inquisición, en un arranque de orgullo escupimos en la cara de Napoleón, y llevados por el servilismo nos sometimos durante cuarenta años al gobierno despótico de un hombre mediocre y sin moral. El español no hace nada a medias. Si hoy el estado de ánimo que nos domina es el escepticismo, como buenos españoles nos entregamos a él sin reservas. Un día dejamos de creer en la clase política y los banqueros, y hoy denostamos a los maestros de primaria y a los médicos. Mañana serán los panaderos, los bibliotecarios o los guardavías. El rey ha dejado de ser un tipo campechano, las películas de Almodóvar ya no son transgresoras sino chabacanas, y el sueño de organizar unos juegos olímpicos nos parece de una ingenuidad insoportable. ¿De verdad somos todos tan rematadamente malos? Qué demonios, por supuesto que no. Quizá muchas de las cosas que juzgamos con benevolencia en el pasado no eran tan estupendas como creíamos. Quizá nos sobrevaloramos como país. Pero confundir la parte con el todo – la clase dirigente actual, con el conjunto de la sociedad – es un error que no deberíamos cometer. Ni siquiera esa clase dirigente es realmente el problema: analizados individualmente, la mayoría no son peores que usted o que yo. Lo que España necesita es un impulso democrático para completar el de 1978, que se nos ha quedado corto. Necesitamos volver a la canción-protesta, que surjan caras nuevas, nuevos partidos políticos de siglas exóticas. España necesita volver a creer en algo. Empecemos por nosotros mismos.

2 comentarios:

  1. A la canción protesta no, por amor de Dios!!!

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  2. El Hombre del Faro1 de julio de 2013, 10:45

    Es posible que me haya dejado llevar por el entusiasmo, que no por la nostalgia: durante la transición, a lo más que llegué fue a reunir una completísima colección de carteles electorales. De todos modos, el libertad, libertad, sin ira libertad, siempre me llegó mucho...

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