viernes, 11 de julio de 2014

ORGULLO (11/07/2014)

Fiesta del orgullo gay en Madrid y primera aparición pública del líder de Isis, grupo yihadista irakí que amenaza con extender la guerra santa a todo el mundo. Las dos noticias ocurrieron el mismo día y el azar quiso emparejarlas en la sección “última hora” de la aplicación para móviles que suelo consultar. Dicha sección es habitualmente muy variopinta; allí se mezcla el rápido y peligroso encierro de los Vitorinos con varios heridos por asta de toro (me pregunto qué otro tipo de astado deambula por las calles de Pamplona), la histórica goleada de Alemania a Brasil que probablemente cambiará nuestra forma de entender el mundo, y sucesos más bien trágicos procedentes de cualquier rincón del planeta. A pesar de ello, ver esas dos noticias - la de los gais madrileños y la de los yihadistas irakíes - en un mismo golpe de vista, me llenó de perplejidad. Que en la vastedad del universo infinito, en un planeta minúsculo, miembros de la misma especie se dediquen a actividades tan diferentes e incompatibles parece una broma celestial, como si alguien allá arriba se estuviera entreteniendo jugando al Risk, pero con muñequitos de carne y hueso, dolientes y sufrientes. No hay mayor desafío para el ser humano que la convivencia entre culturas de desarrollo desigual, separadas por siglos. Y no me refiero ahora al desarrollo tecnológico o económico, sino al desarrollo moral. Sí, ya sé que esto suena bastante arrogante viniendo de un espécimen de la cultura occidental, causante de dos guerras mundiales devastadoras y que en el pasado se hartó de gasear, quemar y guillotinar a sus semejantes por los motivos más peregrinos, pero me voy a arriesgar. La fiesta del orgullo gay es una manifestación de una moralidad infinitamente superior al discurso de ese califa barbado radical. Por tanto, claro que sí. Orgullo.

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