domingo, 27 de julio de 2014

ESPAÑOLES EN PARÍS (25/07/2014)

A lo largo de los siglos, las relaciones entre franceses y españoles han sido difíciles, a menudo salpicadas de guerras y desencuentros. No hemos sabido llevarnos bien ni cuando éramos aliados: Napoleón quiso colocar a su hermano como rey sin contar con la opinión del orgulloso pueblo español, y el error de cálculo le costó carísimo. A él, y a nosotros. Afortunadamente, los tiempos han cambiado, y los conflictos actuales con los gabachos suelen limitarse a algunos camiones de fruta volcados en la frontera, o al cierre caprichoso de los túneles que comunican los dos lados de los Pirineos. El orgullo francés sigue resintiéndose cada vez que un español gana el Tour de Francia o el torneo de Roland Garros – últimas victorias galas en 1983 y 1985, respectivamente– pero hay que reconocer que saben disimularlo bastante bien y que se comportan con notable caballerosidad. Recientemente, se ha dado una circunstancia que va más allá de las rivalidades deportivas y que demuestra que quizá nuestros vecinos nos tienen en mejor consideración de lo que habíamos pensado: el actual primer ministro de Francia, Manuel Valls, y la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, son ambos nacidos en España, hijos de emigrantes que un día cruzaron la frontera huyendo de la guerra o la miseria. Que dos de los puestos más altos de la administración francesa estén ocupados por descendientes de españoles, que hablan perfectamente nuestro idioma y que nos visitan con asiduidad, es una oportunidad política que espero que alguien esté aprovechando en Madrid. Aunque sean del partido socialista. ¿Qué pensaríamos los españoles si el caso fuera al revés? ¿Aceptaríamos a un presidente del gobierno y a una alcaldesa de la capital con raíces tan franchutes? Uff, qué quieren que les diga. Quiero pensar que sí pero... déjenme que no me apueste nada.

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