sábado, 2 de agosto de 2014

EL SILENCIO (01/08/2014)

Renfe acaba de lanzar un nuevo servicio de vagones silenciosos en sus trenes de alta velocidad. Los pasajeros que elijan viajar en ellos no podrán hablar por teléfono, la luz será tenue y los mensajes de megafonía serán sustituidos por anuncios en las pantallas. La primera vez que leí esta noticia, pensé que a algún directivo ferroviario se le había cruzado un cable después de una estancia prolongada en el extranjero y que había olvidado en qué país vivía. España es la tierra de los adoradores del ruido, del escape libre, del coche tuneado con las ventanillas abajo y la música de los Chunguitos a todo volumen. “Soy un perro callejero, soy muy duro de pelaaaar...” De la jarana hasta las mil, del vecino que pone la radio a las cinco de la mañana, y del camión de gasoil que aterriza de madrugada frente de mi casa, justo cada 20 días, y que cuando maniobra hacia atrás emite un pitido tan penetrante que parece que ha comenzado la Tercera Guerra Mundial... Charito, mi señora, me advierte que me pongo bastante pesado con esto de los ruidos cada verano, y que más me valdría escribir del Jordi Pujol. ¿Qué pasa con el molt honorable? Un no-sé-qué de unos millones en Suiza. No será para tanto. Que sí, que el Arthur Mas le ha retirado los privilegios de ex-president... Ruido, ruido, ruido. ¿A qué esperan las Naciones Unidas para declarar el día internacional contra el ruido? Al parecer, el servicio silencioso de Renfe ha tenido un éxito arrollador y sus directivos aseguran que ya han vendido la redonda cifra de 14.853 billetes. Charito, siempre al quite, me recuerda que mis padres se conocieron en un tren y que puedo dar gracias de que todavía no se habían inventado los vagones silenciosos. Ni el whatsapp, respondo con la mirada perdida en el infinito. Me quedo pensativo. Por fin, el silencio.

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