lunes, 16 de noviembre de 2009

EL MELOCOTÓN (13/11/2009)

87 céntimos de euro. Por un momento pensé que sobre el plato de la báscula posaba una fruta tropical cotizadísima, cultivada a miles de kilómetros entre palmeras y pájaros multicolores. Pero no. En Calanda no vuela el papagayo y aquello era un melocotón. Recio, hermoso, pero no desproporcionadamente grande. Miré a la dependienta buscando un asomo de debilidad. Ni pestañeó. Giré la cabeza hacia los hermanos consumidores que esperaban turno detrás de mi. Sólo una mosca se atrevió a romper el silencio, friéndose heroicamente en los filamentos de una lámpara exterminadora. “¡145 pesetas por un melocotón!”- gritó mi conciencia. Nadie la oyó. Pagué religiosamente y corrí hacia casa, en busca de “La Comarca” de la semana pasada. Todavía recordaba el titular: “Los productores de Melocotón de Calanda recogen 5 millones de kilos. Los bajos precios plantean un futuro difícil para los agricultores”. ¿Alguien lo entiende? Según las asociaciones de agricultores, los culpables de los altos precios son los intermediarios, que llegan a aumentar en un 500% las cantidades que ellos reciben. Piden una ley de márgenes comerciales que ponga freno a los abusos. Los intermediarios, esos seres misteriosos, no hablan, no opinan. Al parecer, se limitan a llevárselos calentitos. Algo falla en todo esto. Si a un mercado que maneja esos márgenes brutales no acuden en bandada nuevos empresarios a la caza del beneficio, debe haber una razón. Los agricultores deberían intentar averiguarla: participar en la distribución de sus productos haría su negocio mucho más rentable. Creo que la intervención del Estado en los precios no es la solución. Históricamente, se le da muy mal. Dicen que en cierto país llegaron a levantar un muro para que la gente no saliera corriendo. Lo que hay que oir.

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