viernes, 18 de junio de 2010

EN EL MISMO VARCO (18/06/2010)

Al corrector de estilo del periódico La Comarca: querido compañero, ¡detente! Ya se que te tomas muy en serio tu trabajo y que ese vehículo flotante que se utiliza para transportar por el agua personas, animales o cosas se denomina “barco”, con b, desde mucho antes de que nuestros antepasados cambiaran la túnica por los pantalones. Por tanto, respira hondo y haz el favor de envainar tu rotulador rojo, que acabarás manchando a alguien. Esto ha sido un simulacro. O mejor dicho, un aperitivo de lo que se nos viene encima. Cuando Paulina Rubio descubrió que estaba embarazada, arrebatada por la emoción, corrió hacia el computer. ¡Tenía que contárselo a alguien! ¿A quién mejor que a sus dos millones de amigos del Twitter? Queridos followers, comenzó, y a esas palabras apocalípticas siguieron otras, y patada a patada, el diccionario acabó en el fondo del golfo de México preguntándose para qué demonios Cervantes había escrito el Quijote, que vaya pérdida de tiempo. Cuando algún assistant le advirtió de los americanismos y las faltas ortográficas, Paulina volvió al computer a disculparse y, de paso, a cometer un par de docenas más... Juro que pese al tono irónico, no lo llevo demasiado mal. Más me vale. Se aproxima una epidemia de faltas ortográficas para los próximos años tan mortífera, que los estómagos delicados, los puristas de la tilde, lo van a pasar mal. ¿A quién reclamar? A Bill Gates, al inventor de Facebook o al maestro armero. Cuando nos echamos en brazos de la informática, alegres y despreocupados, no sabíamos que estábamos entregando a cambio un pedazo de nuestro ser. La intimidad, la identidad, la ortografía. Por suerte o por desgracia, no se admiten devoluciones. Después de todo, una v, una b, el paraíso o el infierno, ¿qué más da? Se que todo es para bien. Todos viajamos en el mismo...barco.

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