viernes, 11 de junio de 2010

SCHIAVONE (11/06/2010)

Su apellido ha entrado en la historia. Francesca Schiavone se ha convertido en la primera tenista italiana en ganar el torneo de Roland Garros. Aunque ha compartido honor con nuestro Rafa Nadal, las carreras deportivas de ambos no han tenido muchas semejanzas. Durante sus primeros diez años como jugadora profesional, la Schiavone alcanzó ocho finales y las perdió todas. En 2007, después de contratar a un psicólogo deportivo, logró al fin conquistar un torneo. Luego siguieron dos títulos más. En vísperas de viajar a París, a punto de cumplir los treinta años y con la precoz jubilación de los deportistas profesionales en el horizonte, la italiana podía sentirse satisfecha. Sin embargo, una extraña idea brotó en su mente; una idea descabellada, un desatino: ganar Roland Garros antes de retirarse. La cosa no empezó demasiado bien – perdió el primer set en su primer partido – pero para sorpresa general, ya no se le escapó ninguno más hasta llegar a la final. Allí se encontró a una australiana, Samantha Stosur, que partía como indiscutible favorita. La estampa de las dos rivales llamaba la atención. A Francesca, la suma de la tensión y el desgaste a su constitución no muy agraciada, la había llenado de arrugas y huesos. La australiana, por el contrario, lucía un figura proporcionada, musculosa, rematada por un bello rostro de ojos verdes. Francesca luchó, corrió y desplegó toda la picardía milanesa para acabar venciendo en dos sets, después de un tie-break antológico. Besó la tierra roja, lloró, rió, alabó a su rival -“eres una gran, gran persona”- y se mostró con una naturalidad y una simpatía arrolladoras. Y entonces, pasó. De pronto, Francesca Schiavone era la persona más guapa de todo el estadio. La más atractiva. Ilusión óptica, dirán los escépticos. Belleza interior, contesto yo. Imposible de esconder. Más eficaz que un bisturí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario