viernes, 20 de agosto de 2010

DOS EN LA CARRETERA (20/08/2010)

Como el coche anda algo delicado, trato de llevarlo con mimo, como se cuida a un enfermo que ya ha visto casi todo lo que la vida le tenía reservado. Estamos en Soria y el espíritu machadiano de la tierra acompaña. He descubierto que conducir respetando escrupulosamente los límites de velocidad hace que mi espejo retrovisor esté más concurrido que nunca. Morros ceñudos de automóviles poderosos se asoman a él, impacientes, mientras sus conductores hacen complicados cálculos mentales espacio-tiempo hasta decidirse a ejecutar la suerte suprema. Hoy he hecho votos de ser un conductor nuevo, que se limite a conducir a la velocidad que le manden y no a hacer operaciones matemáticas sobre el margen de error de los radares de la guardia civil. Hablando del rey de Roma, por la puerta asoma: una pareja de la Benemérita inspecciona el tráfico, al borde de la carretera, unos cientos de metros más adelante. ¿A quién parará? ¡Premio! ¡Somos nosotros! No puedo culparles. Si yo viera acercarse a un coche medio tuneado y algo sucio, haría lo mismo. Me detengo, bajo la ventanilla y el agente me saluda con severidad. Quizá le sorprenda no encontrar a un jovencito con piercings escuchando música trance, pero lo disimula perfectamente. ¿Permiso de conducir, por favor? No acierto con la cartera, ¿no era rosa el maldito carnet? Charito me echa un capote. Lo guardas aquí, debajo del DNI. Gracias a Dios. Al sacarlo, una foto-carnet de la esposa sonriente vuela hasta mi regazo. La escena parece sacada de “Dos en la carretera”; Charito ha clavado a Audrey Hepburn y un servidor da para un Albert Finney bastante convincente. Creo que al guardia civil le ha llegado a la patata pero, otra vez, disimula como un bellaco. Presiento que hoy no habrá que enseñar más papelotes. ¡Pueden continuar!

No hay comentarios:

Publicar un comentario