viernes, 15 de octubre de 2010

HOMOS (15/10/2010)

La noticia ha pasado casi desapercibida, ahogada por el tsunami mediático del rescate de los mineros chilenos: antropólogos españoles han sugerido que el homo heidelbergensis, que habitaba las cuevas de la sierra burgalesa de Atapuerca hace medio millón de años, mantenía y alimentaba a los miembros más ancianos de su comunidad cuando no podían valerse por sí mismos. En el fondo, los dos acontecimientos, temporal y evolutivamente muy separados entre sí, guardan una relación profunda. Si 33 seres humanos quedan atrapados a setecientos metros de profundidad en el interior de una mina húmeda y oscura, sus congéneres dan lo mejor de sí para tratar de rescatarlos. Si un homo primitivo se rompe la cadera y queda inútil para la caza, sus compañeros le alimentan y protegen para que llegue a la provecta edad de 45 años. La diferencia entre periodistas y antropólogos está en que, para llegar a esas conclusiones, estos deben arrastrarse por las cuevas y las simas, pincel en mano. Se empieza por minúsculos pedazos de hueso y se acaba reflexionando sobre el amor, el altruismo y las cualidades espirituales que nos definen como seres humanos. Es una ciencia fascinante, pero también puede ser aterradora. Al día siguiente de escuchar una conmovedora historia sobre un ancianito prehistórico amorosamente confortado hasta la muerte, el descubrimiento de unos huesos raídos puede revelar otra menos inspiradora: la de un clan de neanderthales que se ha comido a otro a bocados, por puro placer. Parece que el amor, el odio y la indiferencia venían en el mismo paquete. Hoy leo en un recorte de prensa que, de promedio, seis mineros mueren cada día en China a causa de accidentes laborales. Por el tamaño de la noticia deduzco que el asunto no interesa demasiado.

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