viernes, 22 de octubre de 2010

INGRATITUDES (22/10/2010)

Es un regalo original. Se acude a la hemeroteca, se busca la portada del periódico publicado el día en que nació el homenajeado, y se imprime para que éste tenga un recuerdo de qué se estaba cocinando en el mundo justo en el momento en que se asomaba a él. Alberto, mi cuñado, cumple veinticinco años. Yo le digo que sigue siendo un querubín, que nació ayer, pero viendo la portada de Heraldo de Aragón de 1985 me doy cuenta de que algunas cosas han cambiado. Natural. Por entonces, el gobierno racista de Pretoria ejecutaba a un poeta, Bettino Craxi dimitía del gobierno italiano y los gobiernos de España y EEUU se enfrascaban en negociaciones para la reducción de tropas. Por delante de estas crónicas de política internacional, o de la mención de algún premio Nobel de Literatura caído en el olvido, una noticia me ha sorprendido de forma especial. El titular dice así: “Embid, cada vez más solo en defensa de la Aljafería como sede de las Cortes” Siento un especial apego por el viejo castillo, que fue palacio antes que cárcel, ruinoso cuartel antes que símbolo del autogobierno aragonés. La explicación es bastante mundana: atravieso sus jardines y paso junto a él cuatro veces al día. Descubrir que hubo un tiempo en que se ponía en duda su idoneidad para acoger a las Cortes de Aragón, y que alguien se quedaba “cada vez más solo” por defenderla, me produce sentimientos variados y contradictorios. Ignoro si Antonio Embid, el que fuera primer presidente de las Cortes, ha obtenido por su visión de futuro y su entereza ante la soledad política –terrible soledad, esta- el reconocimiento social que merece. Me temo que no. Otros, por mucho menos, son recordados mucho más. La política suele ser ingrata, pero la justicia también sabe hacer apariciones inesperadas. Siempre nos quedarán las hemerotecas.

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