viernes, 28 de octubre de 2011

DICTADORES (28/10/2011)

Gadafi ha sido el último en caer pero, por desgracia, con él no desaparece la estirpe. Hablo de los dictadores “puros” y no de los monarcas absolutos, melancólicos y enfermizamente promiscuos, o de los secretarios generales de los Partidos totalitarios, siempre esperando la purga que les hará desaparecer hasta de los retratos. No, los dictadores de verdad son otra cosa. Casi todos surgen de la clase media y, con frecuencia, arrastran traumas infantiles y carencias afectivas. Desarrollan una ambición desmedida y, tras alcanzar el poder a sangre y fuego, no se conforman con seguir el manual de nadie porque escriben el suyo propio. Hitler crea el nazismo, Franco el franquismo, Gadafi el gadafismo... todos diferentes y en el fondo exactamente iguales. Por encima de religiones e ideologías, los dictadores comparten un rasgo que es la fuente de su poder, la clave de bóveda de su edificio dictatorial: la crueldad. El dictador elimina sin compasión a quienes discuten su primacía, y ese extraordinario “don” -para matar también hay que valer- ejerce una fascinación morbosa y aterradora entre sus súbditos. El verdadero dictador muere en la cama, en el búnker o en una alcantarilla, pero se aferra al poder hasta el último aliento. ¿Reconocen en este perfil a algún gobernante todavía en activo? No será difícil. Los dictadores han surgido tantas veces a lo largo de la historia, que no se puede decir con seriedad que se trate de una anomalía del comportamiento humano; seguirán naciendo dictadores en potencia en cada generación, en cada rincón del mundo. Por suerte, hace años que se inventó la vacuna eficaz para combatirlos: la democracia. En tiempos de crisis, la tentación de ponerla en duda y de contribuir a su desprestigio, es más fuerte que nunca. No parece prudente. Los dictadores siempre están afilando los cuchillos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario