viernes, 27 de enero de 2012

LA OTRA ESPAÑA (27/01/2012)

Pablo Infante se levanta cada día a las seis y media, conduce cincuenta kilómetros y a las ocho en punto, impecablemente trajeado y con su calva rasurada a cuchilla brillando bajo los neones, abre la oficina bancaria de Quincoces de Yuso de la que es el único empleado. A primera vista, el comportamiento de este joven de 32 años tiene poco de extraordinario; por desgracia, en los tiempos que corren, es casi un privilegiado. Sin embargo, cuando acaba su jornada laboral, el empleado de banca cambia el traje y corbata por la zamarra y el calzón corto, y se convierte en el capitán del Club Deportivo Mirandés, un modesto equipo de fútbol que está protagonizando una de las hazañas deportivas más increíbles de los últimos tiempos. En cualquier otro deporte sería impensable. Solo el fútbol, por su alma guerrera y su sentimentalismo, hace posible que un equipo de Segunda B alcance las semifinales de la Copa del Rey venciendo a equipos de Primera División. O que el empleado de banca Pablo Infante sea el máximo goleador de la competición, superando al mismísimo Messi. Sin embargo, la proeza del Mirandés va más allá de lo deportivo. A pesar de los éxitos, en Miranda de Ebro a nadie se le ha ocurrido construir un estadio que triplique la capacidad del actual, con helipuerto y bañeras yacuzzi. Como dice su presidente, un bicho raro en el pródigo mundo del pelotón, “no gastamos más de lo que ingresamos, y por eso pagamos al día a jugadores y empleados”. Increíble. A lo mejor resulta que existe otra España, más honesta, más austera, y no nos habíamos enterado. Pablo Infante llega a casa a las cinco de la mañana, tras un largo viaje en coche desde Barcelona, donde ha jugado contra el Español. No se pone ni el pijama. Llueve, truene o granice, mañana abrirá el banco en Quincoces de Yuso.

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