viernes, 3 de febrero de 2012

EL FILÓSOFO DE L´ORÉAL (03/02/2012)

Los directores de marketing de L´Oréal no leen a Platón. Para ellos la belleza no es “el esplendor de la verdad” sino, más bien, el esplendor de Photoshop. Por segunda vez en poco tiempo, uno de sus anuncios de crema revitalizante ha sido prohibido porque la imagen de la actriz que lo protagonizaba, a golpe de retoque digital, tenía menos arrugas que una muñeca de Lladró. “Exagera engañosamente la eficacia del producto”, ha decretado la autoridad que vela por la honestidad de la publicidad en el Reino Unido. La empresa de cosméticos ha declarado sentirse “decepcionada”, que es una forma educada que utilizan allá por el norte para decir que están cabreados como monos. Quizás, en lugar de abogado, deberían contratar a un filósofo para presentar el recurso correspondiente; podría argumentar que, 2.400 años después de que Platón escribiera “El banquete”, ya iba siendo hora de poner al día los conceptos de lo que es bello y lo que no. “¡Por supuesto que la foto es engañosa!”, diría el filósofo, vendido al oscuro poder del dinero y vergüenza de la profesión. “¿Cree usted que las actrices de Hollywood tienen esos pechos, esas nalgas, esos pómulos, por obra y gracia de la madre naturaleza? ¿Adónde cree que han ido las arrugas de Robert Redford? ¿A dar una vuelta? ¡Están todos operados, y no van diciéndolo por ahí! Lo ocultan porque, muy señores míos, la belleza en el siglo XXI se basa en el engaño, en aparentar lo que no se es. L´Oréal vende belleza, y por tanto, vende engaño”. Concluido el alegato, el filósofo, vendido al oscuro poder del dinero y vergüenza de la profesión, se sentaría ceremoniosamente. Al principio sería solo un zumbido. Luego un clamor insoportable. Miles de voces, las de todos los filósofos que en el mundo han sido, gritarían al unísono dentro de su cabeza. ¡ψεύτης! (mentiroso, en griego)

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