viernes, 2 de marzo de 2012

EL HACEDOR DE LLUVIAS (02/03/2012)

Casi no nos hemos recuperado de la ola de frío siberiano, y nos cuentan que estamos padeciendo uno de los inviernos más secos de la historia. Supongo que en las tierras verdes del norte dar esta clase de noticias es algo innecesario, porque la falta de lluvia se hace evidente para cualquiera; en el sediento Aragón las cosas son distintas: como estamos acostumbrados a que llueva entre poco y poquísimo, nos cuesta mucho distinguir una sequía histórica de una sequía a secas, nunca mejor dicho. “¡Cómo se nota que no eres agricultor!”, me dice Alfredo Bielsa, alcalde de Vinaceite. Cierto. A los que viven del campo y tienen que pagar la semilla, el gasoil y la maquinaria, nadie tiene que recordarles que hace tiempo que no cae una gota del cielo; para ellos la situación empieza a ser catastrófica. ¿Y qué podemos hacer al respecto? Entre poco y nada. Si una máquina del tiempo trasladara a un agricultor celtíbero del siglo V a.c. a nuestros días, es probable que nos preguntara cuál de los botones de nuestro aparatoso smart-phone era el de hacer llover. Habría que decirle que no, que entre el Whatsapp, el twitter, el identificador de canciones y la cámara integrada de 8 megapíxeles, no habíamos tenido tiempo de inventar nada sobre el tema. Pues vaya, diría él. Y es que, en cuestión de lluvias, estamos al mismo nivel de nuestros antepasados, qué digo, peor. Al menos ellos tenían al brujo de la tribu, al hacedor de lluvias, o sacaban al santo en procesión para que trajera el agua del cielo. Ellos tenían fe y nosotros una cuenta en facebook. Al hacedor de lluvias lo hemos sustituido por un señor trajeado, con aire suficiente, que presume de tener explicaciones para todo pero no sabe responder a la cuestión fundamental: por qué demonios no llueve. Habrá que volver a las rogativas. O inventar el botón de una santa vez.

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