viernes, 6 de julio de 2012

BOSÓN DE HIGGS (06/07/2012)


El miércoles a media mañana saltaba la noticia a las pantallas de los ordenadores. Grandes titulares en los periódicos más importantes del mundo lo anunciaban a bombo y platillo: descubierto el bosón de Higgs, la partícula de Dios, la clave de la compresión de nuestro universo... Casi me caigo de la silla. Por un momento creí que habíamos conquistado la inmortalidad, que me volvería a crecer el pelo, que el cáncer solo existiría en los horóscopos, qué se yo. Desgraciadamente, la ilusión duró poco. Leyendo la letra pequeña, uno llegaba a la desoladora conclusión de que el bosón de Higgs, además de ser el descubrimiento más revolucionario de la física moderna, clave de bóveda de la estructura de la materia y unas cuantas cosas más, no servía para nada concreto. Es decir, que hoy viernes seguimos con el culo al aire, como el martes, pero un poco más confusos. No se me entienda mal. No soy tan botarate como para renegar de la física, por muy abstrusa y cuántica que sea. Admiro a Higgs y a todos los científicos que exprimen sus cerebros a la caza de esos conceptos tan complejos, y les brindo todo mi apoyo. Que es algo más que moral, por cierto, porque el dinero de mis impuestos nutre en parte esas costosísimas infraestructuras llenas de tubos que aparecen en la televisión. Pero, por favor, bajemos todos un poquito el pistón del triunfalismo, para no generar falsas expectativas. En estos días se han escrito tantos artículos arrogantes e incomprensibles sobre el tema que, o nos dan un curso acelerado de física para entender algo, o le acabaremos dando la espalda, avergonzados de nuestra cortedad mental, refugiados en el fútbol o en el festival de Eurovisión, que es la única competición internacional que se nos resiste. Y es que desde Massiel han pasado ya un porrón de años. A por ellos.

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