viernes, 4 de octubre de 2013

EL MAYOR ENEMIGO DE ARTUR MAS (04/10/2013)

A pesar del euroescepticismo creciente y de la antipatía que despierta la burocracia de Bruselas, la Unión Europea sigue siendo el proyecto político más avanzado del mundo. Naciones que medio siglo atrás se hacían pedazos unas a otras, han logrado superar sus diferencias y concentrarse en lo que les une: la vecindad geográfica, un pasado común y la aceptación de unas normas de juego basadas en la democracia y el respeto a los derechos humanos. No sé si alguien habrá notado que es exactamente lo contrario de lo que pretende el proyecto independentista de Artur Mas: concentrarse en la diferencia – la lengua – y olvidar lo común – una unión política de más de 800 años y una hermandad sentimental, sanguínea y cultural con el resto de españoles que hace imposible que uno solo de nosotros no tenga un antepasado catalán cuyos huesos reposen en esa tierra -. Esta semana, el presidente de la Generalitat visitaba Bruselas por tercera vez en menos de un año y recibía el portazo del presidente de la Comisión, Durão Barroso, que se excusó de recibirle “por problemas de agenda”. ¿Qué esperaba? ¿Una recepción con honores? Por muchas banderas estrelladas que enarbole, por muy apasionadas que sean sus protestas de adhesión a Europa, Artur Mas no podrá cambiar la realidad: el mayor enemigo de su proyecto separatista no vive en Madrid sino en Bruselas. La Unión no puede ser neutral ante la hipotética desmembración de sus socios, porque ese proceso atentaría contra su misma esencia. Abraham Lincoln declaró la guerra a los rebeldes. Afortunadamente, hoy existen métodos más sutiles. El lenguaje “gestual” de las autoridades comunitarias es claro como el agua: las aventuras secesionistas se pagan con la exclusión. Las últimas encuestas revelan que los escoceses han tomado buena nota. Los catalanes también lo harán.

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