viernes, 10 de julio de 2015

EL MOFLETE (03/07/2015)

Las modas en el vestir son uno de los fenómenos más reveladores de la complejidad de la condición humana. Desde la noche de los tiempos, individuos de todas las culturas han cubierto sus anatomías con una infinita variedad de materiales, formas y colores, en función de unos códigos sociales también infinitos que hablan de estatus, poder, sexo, oficio... ¡Y lo más sorprendente es que nacen espontáneamente! Cualquiera puede crear una forma de vestir pero nadie, ni siquiera los llamados creadores de tendencias, puede crear una moda. Es un mecanismo que nace democráticamente – es la suma de individuos la que convierte un gusto en moda – para convertirse en una tiranía – nacida la moda, oponerse a ella puede acarrear dificultades de adaptación. Bueno, vayamos al grano, o mejor, al moflete. Entre las jovencitas españolas se ha extendido la moda de vestir unos pantalones cortos, cortísimos, que en las más aguerridas llega a enseñar el comienzo de la nalga. Lo que viene a llamarse popularmente “el moflete”, como un préstamo que hacen los carrillos a las nalgas ante la ausencia de un término mejor que las designe. Llegados a este punto, no sé muy bien cómo seguir. Mi vocación de inquisidor es nula, se lo aseguro. Lo que ocurre es que, por razones de edad, veo el asunto más como un padre que como aquel jovenzuelo que un día fui, quien a buen seguro recibiría esta moda de los “shorts” como una bendición. No me gustaría que mi hija los llevara, la verdad. Y el motivo es bastante simple: el mundo es un lugar mucho menos civilizado de lo que parece, en el que escasean los poetas y abundan los depredadores. La adolescencia es una época maravillosa pero afortunadamente breve; en pocos años regresan la sensatez a las seseras y los pantalones a una altura más razonable. Sufridos padres: sean pacientes.

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