viernes, 24 de abril de 2009

DEFLACIÓN (24/04/2009)

Esta semana, la tercera noticia más leída de la sección de negocios del “New York Times” se refiere a la economía española. Nada bueno, como se pueden imaginar: “La caída de los precios en España extiende el miedo a la deflación en toda Europa” Por primera vez desde 1961, cuando se empezaron a contabilizar oficialmente, los precios han bajado. Según el periódico norteamericano, somos el paciente ideal para observar cómo evoluciona la enfermedad económica que afecta al mundo. En España ha aparecido un nuevo síntoma y esto ha llenado de terror a los matasanos de la economía: la deflación o, dicho en cristiano, la bajada de los precios. Señores economistas: basta ya. Toda la vida acogotados por la inflación y resulta que cuando los precios bajan, en lugar de alegrarnos, debemos preocuparnos más todavía porque la deflación es algo muchísimo peor. Vaya por Dios. Conozco perfectamente la teoría económica sobre el particular. A precios más bajos sube la demanda de los consumidores pero disminuye la cantidad de bienes que los productores están dispuestos a sacar al mercado. En consecuencia, la actividad se ralentiza en una espiral imparable de desaceleración económica. En teoría. Después de soportar durante años escandalosas subidas de precios que jamás se vieron reflejadas en el novelesco, inverosímil índice de precios al consumo (IPC), creo que los españoles nos hemos ganado el derecho a disfrutar de unos sorbitos de deflación, sin que tengan que venir los agoreros de turno a amargarnos el dulce. Tampoco pedimos que un café vuelva a costar lo que pagábamos por él en pesetas. El olmo no da peras. Nos conformamos con que lo dejen como está, una buena temporada. Y si quieren hablar de deflación, háganlo. Pero sin levantar la voz, por favor. Estamos algo cansados.

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